Frente a mí, en la otra acera, una madre muy nerviosa y con voz airada le pregunta a su hija, una niña a la que lleva de la mano: --¿Quieres cobrar, Luisa ? ¿Eh, quieres cobrar? ¿Cuántas veces te he dicho que antes de cruzar la calle tienes que mirar?--

La niña no quiere cobrar , por supuesto, ni recuerda cuántas veces le ha aconsejado su madre tener cuidado con los coches antes de cruzar las calles, y además, a una señora tan iracunda, seguramente le importa bien poco la opinión de su hija antes de decidir propinarle algún cachete. Si lo considera necesario y los nervios se lo piden, fácilmente le plantará la mano en el trasero o donde caiga.

Esta, como otras, son preguntas retóricas, que se hacen no para que se contesten, no para obtener respuesta del interlocutor, sino para afirmar con mayor énfasis la respuesta contenida en la pregunta misma, tal como nos ilustran al respecto las enciclopedias y manuales de Lengua.

Mis compañeros de Literatura me dicen que en poesía y en teatro se utilizó mucho este recurso literario, la interrogación retórica. Valga como ejemplo, que todo el mundo conoce, el del bueno de Segismundo , a quien Calderón le hace preguntar a las alturas aquello de "Apurar cielos pretendo, ya que me tratáis así..." sin esperar, supongo que los cielos se abrieran para responderle, pues conviene recordar que las pocas veces que los cielos se han abierto para los humanos ha sido más bien para organizarles la vida antes que para aclararles dudas existenciales. O simplemente para llover, que, por cierto, últimamente parece que por fin se abren algo más que durante la sequía de los pasados años.

XBUENO, PUESx estaba yo el otro día entrándome de las ocurrencias de nuestros políticos con motivo de las próximas elecciones locales y autonómicas, cuando repentinamente, tal como se gestan las grandes ideas --o las malas--, vino a ser un fogonazo en mi superasombrado cerebro y, como en una especie de coagulación intuitiva, ¡zas!, comprendí que una buena parte del discurso político general lo mismo sea local, regional, nacional o mundial, se asienta en una práctica del retorismo de idea pero no de vuelta; un discurso compuesto para darle énfasis a las propuestas sin esperar que nadie responda a los planteamientos, sino que quede impresionado con frases más o menos rimbombantes.

Y así fue como contemplé a Floriano en una preciosa (y al parecer retocada fotografía) diciendo juntos todo es posible ¿Quiénes se juntan, y qué es lo que es posible dentro de ese inconcreto todo? Los del PP habían afirmado que la reunión de los presidentes regionales en Madrid solo había servido para salir en la foto; a lo mejor por eso han cuidado tanto la fotografía de su postulante a presidente extremeño aunque el contenido sea tan lábil. Y leí a Francisco Muñoz asegurando que arrancará las puertas de palacio municipal si se le elige alcalde de Badajoz. ¡Jesús, qué arrebato! (De todas formas, esperemos que no lo haga él solo, no sea que le dé una hernia discal). Luego me tranquilicé cuando aclaraba que lo haría para que los ciudadanos penetrasen... y digo yo, ¿no sería mejor simplemente abrirlas de par en par? Cuestión de métodos.

Más allá me emocioné con Víctor Casco , empeñado nada menos que en sacar a la luz los barrios marginales, que los compañeros de Fernández Vara a su vez se afanan en ocultárselos. ¡Madre de Dios, qué figura tan retórica! ¿Y cómo se los habrán escamoteado los magos socialistas a su candidato, mediante lonas, con papel de forrar libros, o simplemente con un encantamiento de pata negra? Será por eso por lo que Fernández Vara ha decidido visitar tras su jornada laboral las ciudades de Extremadura, para comprobar si todas tienen sus barrios como Dios manda, a la vista y nada escondidos. Un aspirante a presidente regional con mucha visión, sí señor. También le critica Casco este afán viajero a Vara tachándolo de electoralismo barato, y ahí me ha descompuesto las ideas, pues pensaba yo que todos los electoralismos salen caros, incluso ahora, en tiempos de rebajas.

Y todo esto lo he encontrado en dos o tres periódicos, así que imaginen lo que se podrá leer, oír, contemplar y disfrutar de aquí a finales de mayo. En pocas semanas toda la Extremadura política va a ser un gran vaso de agua a la que se le ha echado una inmensa pastilla de aspirina efervescente: sabor acre y mucho gas.

Vamos que en nuestra región parece que el retorismo preelectoral se da tan bien o mejor que en otras partes, con lo cual ocurre que ya no somos los penúltimos en casi todo, y que al menos en esto del énfasis verbal hemos aprendido bastante y estamos en los primeros puestos.

A veces un amigo de tertulia que vive de la sierra nortecacereña, un tal Pasmarín de Gatania , acerca de ciertos asuntos de política que comentamos, me dice: A mí, que no me vengan con retóricas . Con la clase política este Pasmarín es muy duro, pero sus razones tendrá.

*Catedrático de instituto