El gasto sanitario extremeño se ha disparado más allá de lo que la región recibe por la asunción de estas competencias y obligará a la Junta a desviar dinero de otras partidas para poder equilibrar el presupuesto. Aunque es un mal endémico de todas las autonomías (ahora mismo sólo se salvan cuatro), lo cierto es que hay que hilar muy fino para evitar que haya un desfase entre ingresos y gastos, máxime si tenemos en cuenta los proyectos en los que se ha embarcado la Administración regional (nuevos hospitales y centros de salud, equipos de alta tecnología, contratación de personal...). La sanidad es un pozo sin fondo y de todos depende que el sistema funcione como debiera.

Siguiendo con este área, la Consejería de Sanidad va a poner en marcha una norma que permitirá a los pacientes elegir los tratamientos que los médicos estarán obligados a ofrecerles para atajar sus males. Pero quizás el apartado más polémico sea el de la eutanasia pasiva, fórmula que estará perfectamente regulada y que permitirá a quien así lo desee rechazar la medicación necesaria para evitarle sufrimientos cuando su padecimiento sea irreversible. Guste o no, es una opción personal acogerse a ella que hay que respetar.