La reunión que los presidentes autonómicos socialistas mantuvieron con José Luis Rodríguez Zapatero el miércoles en la Moncloa ha tenido la virtud de aclarar las posiciones de unos y otros en el enconado asunto del nuevo modelo de financiación autonómica que se va a negociar de aquí al mes de agosto y que va a ser clave para el funcionamiento diario de las comunidades autónomas a partir del 2009. El discutible formato de la reunión, una cena en privado, no ha permitido captar los matices del debate, pero lo que ha trascendido es que hubo cordialidad, claridad en las exposiciones y voluntad de llegar a un acuerdo.

El interés que desde Extremadura tenía esa reunión era, por un lado, oír del presidente catalán --la comunidad socialista que está más alejada de los planteamientos extremeños-- los argumentos en que sustenta su posición, y que se resumen en que Cataluña no aceptará menor inversión por habitante que otras comunidades, y por otro la respuesta de José Luis Rodríguez Zapatero. Las declaraciones posteriores al encuentro que ha hecho el presidente Fernández Vara son optimistas puesto que ha encontrado en Zapatero argumentos que comparte Extremadura, como son los de tener en cuenta para fijar la financiación no solo la población, sino también algunas circunstancias de la población, como su dispersión geográfica y su envejecimiento. Esos mismos argumentos, por otra parte, fueron defendidos por Rodríguez Zapatero en su última comparecencia en el Senado.

De la reunión también ha salido satisfecho Montilla. Y tiene razones para estarlo, puesto que el resto de presidentes tuvieron que oír de Zapatero su voluntad de impulsar el desarrollo del Estatut, incluida la relación de bilateralidad con el gobierno de la Generalitat. No le cabe otra al presidente del Gobierno: el estatuto catalán fue aprobado en las Cortes con su voto y con su impulso y, por tanto, es inimaginable que ahora no tuviera voluntad de cumplirlo precisamente en uno de los aspectos más importantes: el de la relaciones bilaterales con el gobierno del Estado.

El error, desde el punto de vista de Extremadura y otras comunidades, se produjo entonces, cuando se aprobó un estatuto que obligaba al gobierno central a mantener relaciones de tú a tú con una comunidad. Ahora ya es inevitable. Así parece haber sido entendido por el presidente extremeño cuando afirma que la cuestión de la financiación no es tanto si debe ser negociada por el Estado con cada una de ellas o con todas a la vez, sino que se acuerde "un único modelo". Es decir, toca hacer grandes equilibrios para conjugar, por un lado, la obligada bilateralidad con Cataluña y, por otro, que esas negociación encaje con los objetivos --al menos con los objetivos mínimos-- de cada comunidad. No es sencillo porque no hay frentes, sino cada autonomía tiene sus necesidades, sus expectativas y su modelo. Aunque estaba anunciado que la cena no tenía el carácter formal de una reunión negociadora, las comunidades no gobernadas por el PSOE tienen razón al criticar el encuentro, que tuvo un decidido aire de reunión de barones socialistas. Si Zapatero quería aclarar las posiciones dentro de su partido, la reunión debería haberse realizado en la sede del PSOE. Pero al hacerla en la Moncloa dio pie a que las autonomías gobernadas por el PP, algunas de ellas decisivas para un acuerdo, se sientan con razón discriminadas.