TLta primera Semana Santa de la Historia cambió la Humanidad. Un hombre, llamado Jesús de Nazaret , desde nuestra fe, verdadero Dios y verdadero Hombre, introdujo en el corazón humano la mayor de las revoluciones, la Revolución de la Misericordia. Que no es otra cosa que ponerse en el lugar del otro. El perdonar, como estilo de vida. El abrir el corazón ante los más pobres. El saber mirar a los ojos y ofrecer el bien por el mal. Desde entonces, son muchos los hombres y mujeres que creen en esta Revolución de la Misericordia. Son muchos los que están convencidos de que ser cristiano no es retirarse a la sacristía sino salir a la calle, estar en los problemas de la humanidad, acompañar a los emigrantes en sus inmensas caminatas hacia no se sabe dónde. Desde entonces, las mujeres, como las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta han entregado su vida a Dios, mientras servían y sirven a los más pobres de los pobres. Desde los más empobrecidos han sabido sacar fuerzas de la muerte y resurrección de Cristo. Son lo mejorcito de la humanidad, en los momentos actuales.

Reconociendo que son muchos los fallos y pecados de la Iglesia en su historia, también afirmamos que se ha cumplido mucho con la Revolución de la Misericordia, que dice el Papa Francisco , y que sigue siendo una luz en la oscuridad. Los cofrades que salen con sus pasos a las calles están presentando a todos una catequesis que revolucionó al mundo. Con ello, afirman que Dios es Amor y que sigue siendo Corazón Abierto para todos los que sufren. También lo hacen los misioneros que siguen al "pie del cañón" entregándose a los más empobrecidos por todos los rincones del mundo y llevándoles la alegría que nunca caduca, la alegría del Evangelio. Los sacerdotes y los catequistas, las religiosas y los religiosos, que siguen dando lo mejor que tienen y sumándose, día a día, a la Revolución de la Misericordia que no termina el Viernes Santo con Cristo que fue sepultado, sino que desde el Domingo de Resurrección, Cristo Vivo sigue caminando junto a nosotros acercándose a todos aquellos que, con un corazón limpio, buscan encontrar el sentido pleno de la vida. Cristo Muerto y Resucitado quiere compartir su vida con los sufrientes. Y no podemos olvidar a los laicos que también viven la Semana Santa como una Revolución de la Misericordia que en las entrañas del mundo luchan, desde todas las situaciones, por el diálogo, por la justicia y la caridad y, sobre todo, por implantar la civilización del Amor.

La Semana Santa no ha pasado de moda ni pasará porque siempre será como una referencia, no solo para los que están de vuelta de todo, sino también para los que un día fueron a ciertas aventuras que terminaron dejando el corazón humano sin esperanza alguna. La Semana Santa es siempre la Revolución de la Misericordia. Pero, ¿sabes por qué? Sencillamente porque el pueblo creyente que mira la vida con ojos limpios y se ha detenido a beber en la fe de nuestros mayores que se expresa, estos días, en la Semana Santa, nos dice que lo auténtico, lo verdadero que es hundir la raíces en un amor total, sigue siendo la verdadera revolución que cambia el mundo. Algunos, llegaron a afirmar que todo esto que hoy y desde hace más de 2.000 años, nos enriquece el espíritu, estaba condenado a desaparecer. Sin embargo, curiosamente, el cristianismo sigue asistiendo al entierro de sus enterradores y todo por un tal Jesús de Nazaret que realizó la revolución del amor entregado que es de lo que vive el mundo. ¿Te apuntas?