La XIV legislatura de la democracia se abrió formalmente ayer con el discurso del rey Felipe VI dirigido a diputados y senadores, y con algunas novedades respecto a la anterior apertura solemne de las Cortes, en noviembre del 2016. La legislatura se presenta incierta y con un clima político muy polarizado, como ya se pudo comprobar en las sesiones de la investidura de Pedro Sánchez. Este contexto explica que lo más destacado de las palabras del jefe del Estado sea la frase en la que dijo que «España no puede ser de unos contra otros. España debe ser de todos y para todos». Por eso también Felipe VI instó a los partidos a recuperar la confianza de los ciudadanos, en un momento en que las encuestas reflejan la desafección de la ciudadanía hacia la política como uno de los problemas principales de la democracia. En la misma línea, el Rey alentó a los partidos a que alcancen acuerdos en un Parlamento fragmentado en 17 fuerzas políticas como la forma de superar la parálisis y legislar para el conjunto de los ciudadanos.

Aunque no hubo alusiones explícitas a la situación en Catalunya, el Rey recordó que «la Constitución es el lugar de encuentro de los diferentes modos de sentir España, respetuosa con la pluralidad». La situación en Catalunya será, sin duda, uno de los retos de la legislatura y para intentar encararla se constituirá la mesa de diálogo entre los gobiernos de España y de la Generalitat. La negociación no será nada fácil, y menos en periodo preelectoral, tras el anuncio del ‘president’ Torra de que convocará elecciones autonómicas una vez se aprueben los Presupuestos de la Generalitat. Del desarrollo de la mesa de diálogo dependerá también otro de los retos iniciales de la legislatura, la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, que dependen del voto de ERC, condicionado, como ha anunciado Oriol Junqueras, al avance de la negociación sobre el «conflicto político» en Catalunya.

Entre las novedades de la sesión de apertura destaca la nueva actitud de Unidas Podemos, tan distinta a la del 2016. Si entonces ningún parlamentario de Podemos aplaudió al Rey, esta vez lo hicieron los ministros de la formación, con Pablo Iglesias y Alberto Garzón a la cabeza, mientras sus diputados permanecían de pie sin aplaudir -igual que los del PNV--, en un calculado reparto de papeles. Otra novedad fue el plante al Rey protagonizado por 49 parlamentarios independentistas de las formaciones que ya no acudieron a la ronda de consultas en la Zarzuela -ERC, CUP, Bildu y BNG--, a las que se sumó Junts per Catalunya. Los líderes de estas formaciones leyeron un comunicado titulado No tenemos Rey en el que declararon no estar representados por la Monarquía y, erigiéndose de forma indebida en únicos representantes de las sociedades «catalana, vasca y gallega», sostuvieron que estas «rechazan mayoritariamente la figura de una institución anacrónica heredera del franquismo». Una actitud amparada por la libertad de expresión pero que no ayuda al clima de diálogo y de entendimiento que son imprescindibles para abordar los conflictos pendientes.