El mensaje navideño del Rey estuvo el jueves por la noche sostenido por una misma idea en los tres temas capitales que abordó. Esa idea no es otra que la necesidad del acuerdo entre los partidos políticos y las fuerzas sociales para cohesionar España, tanto en su organización territorial como en los temas de Estado y en el necesario diálogo social para superar la crisis. Acuerdo, en primer lugar, en el respeto a los valores que contiene la Constitución, con una mención especial a las "instituciones independientes" que de ella se derivan y que "son claves para la estabilidad y convivencia democráticas". La referencia no puede entenderse más que como una reivindicación de la independencia del Tribunal Constitucional, sometido al desprestigio por parte de los partidos incapaces de ponerse de acuerdo para renovarlo y a las fuertes tensiones que ha acarreado el proceso del Estatut. Pero el Rey alerta también de la necesidad de "sumar voluntades en torno a los grandes temas de Estado", en los que el principal partido de la oposición no ha estado muchas veces a la altura. Unicamente la inmediata presidencia española de la Unión Europea ha quedado fuera de la batalla partidista diaria, cuando el "sentido de Estado" se ha echado en falta en otros acontecimientos en los que ha peligrado el papel de España o la vida de españoles. El tercer gran tema del discurso, como no podía ser de otra manera, fue la crisis económica, con una preocupación explícita por el aumento del paro. "Volver a crecer es el reto más apremiante para poner fin al desempleo", dijo. Y para ello reclamó un pacto entre las fuerzas políticas económicas y sociales que lleva ya demasiado retraso.