Hace tres años me pareció una frivolidad premiar a Fernando Alonso por ganar su primer campeonato de Fórmula 1; me pareció un premio mediático y forofo más que de prestigio y altura.

Este año se premia a un deportista como Rafa Nadal de una forma coherente a una trayectoria en ascenso que además no ha tocado techo pero que en los últimos meses ha alcanzado triunfos hasta hora nunca conocidos.

Además, es gratificante ver que una persona como Nadal (que regaló uno de sus premios Roland Garros a una causa benéfica de televisión), sigue manteniendo una humildad y un respeto por sus rivales que acompaña con una sencillez como persona que le hacen merecedor de unos Premios que, esta vez sí y como casi siempre, han estado a su propia altura y prestigio.

Ignacio Caballero Botica **

Correo electrónico