Hace algo más de un año, el pantano del Guadiloba tuvo que desembalsar por sus seis compuertas a razón de 360.000 litros por segundo. Era la primera vez que lo hacía en su historia. El agua liberada inundó las huertas de la Ribera del Marco y a punto estuvo de llevarse por delante a Antonio Leal, uno de los hortelanos, que estuvo durante tres horas con el agua por el pecho y soportando el empuje de la corriente hasta que fue rescatado por los bomberos. Sí perecieron decenas de animales y se perdió el producto de las huertas de la Ribera. Si cuando estos hechos ocurrieron, que preocuparon a muchos extremeños, se hubiera vaticinado que un año después los damnificados por el desembalse seguirían esperando que se les resarciera de los daños que causó la inundación, hubiera sido difícil de creer. Sin embargo es así. Los afectados lo han manifestado a este periódico: el anterior gobierno municipal les ofreció buenas palabras, pero nada más. Y, salvo una limpieza del cauce de la ribera que los hortelanos consideran insuficiente, todavía esperan, si bien dan un margen de confianza al actual consistorio porque la alcaldesa les ha pedido un plazo para atender sus demandas.

Aquella inundación fue inevitable: dos días antes de que el ayuntamiento tuviera que abrir las compuertas el pantano estaba al 83%; ese día había subido nada menos que un 15% y al siguiente el 10%... Pero algunos de los efectos pudieron ser evitados: las vidas perdidas de muchos animales, y el peligro que corrió Leal al tratar de salvarlos. Aquella actuación poco previsora sigue ahora con el olvido.