Ricardo S. Sánchez (Ciudad Río Grande, Tejas, Estados Unidos, 1951), está al frente de las tropas destacadas en Irak. De niño pasó penurias --"yo vi en la milicia una forma de escapar de la pobreza", declaró al diario Washington Post -- y ahora es el general de tres estrellas que dirige a casi la mitad de todas las fuerzas terrestres de Estados Unidos. La familia del general Sánchez emigró en 1929 de México a Estados Unidos en tiempos del abuelo paterno, que descendía por mitades de los incas peruanos y de los aztecas. La madre, María Elena Sánchez, hija de españoles y empleada entonces en una floristería, quiso que sus hijos, cuatro varones y dos hembras, dispusieran de los estudios que ella no consiguió tener. Ricardo S. Sánchez jugó con soldados de plástico y en sus 30 años de carrera militar fue comandante de tanques en la primera guerra del Golfo (1991), jefe de unidades estacionadas en Alemania, comandante de las fuerzas estadounidenses en Kosovo y, por un corto periodo, desempeñó funciones burocráticas en el Pentágono.

El general Sánchez es consciente de que recae sobre él "una responsabilidad que asusta" y por ello dice: "Rezo todos los días para que el Señor me dé la sabiduría, el conocimiento y el valor para poder tomar las decisiones correctas para nuestras fuerzas militares". Y para los ciudadanos iraquís, se supone.