TLta entrada en la política exterior de la extraña pareja , formada por Zapatero y Moratinos , fue algo así como la entrada de dos niños hiperactivos en una exposición de piezas de Murano, pero empieza a molestarme el eterno recordatorio de la lista de agravios recitada por el PP, y, sobre todo, esta grotesca ansiedad del minutaje, este juego trivial donde la política se basa en el tiempo que pasan los miembros de nuestro Gobierno y su presidente con los miembros y el presidente de EEUU.

Es cierto que el día en que escuché a Moratinos hablar de las implicaciones de España en golpes de Estado creí que estaba soñando, pero con estos bueyes hay que arar, y Moratinos es mi ministro de Asuntos Exteriores, de la misma manera que Zapatero es mi presidente de Gobierno. Y cuando alguien menosprecia o desatiende a los legítimos representantes de los españoles, humilla y ofende a los españoles.

En los pecados cometidos lleva la extraña pareja la penitencia, y sobran chistes y burlas, y faltan colaboraciones para enderezar un asunto en el que están en juego los intereses de todos. Lo primero que habría que hacer es asumir la realidad, porque cada vez que Moratinos dice que nuestras relaciones con EEUU son privilegiadas, provoca las burlas que hay que evitar. Y cada vez que el PP se regodea en los desprecios cae en la irresponsabilidad, porque es el prestigio de nuestro país el que está en juego. Es urgente aparcar los minutajes ridículos y trabajar en serio para que se hayan recogido los cristales.

*Periodista