En 1993 la ONU apelaba a la responsabilidad de los medios de comunicación para promocionar imágenes no estereotipadas de hombres y mujeres y eliminar modelos de conducta generadores de violencia contra las mujeres. Hoy nadie discute que la prensa ha sido indispensable para romper con la opacidad de un fenómeno que llevaba siglos produciéndose con absoluta impunidad.

Lo que no se cuenta en los medios de comunicación es como si no existiera, ya que apenas un 10% de la población tiene experiencia directa sobre determinados fenómenos sociales y son los medios quienes les acercan a esa realidad. Por eso la clave para evitar al máximo el posible efecto mimético sobre los maltratadores no está en obviar los asesinatos, sino en contextualizar la información, aportando datos relevantes que ayuden a salir de la espiral de violencia y a evitar los morbosos, que no deberíamos confundir con el interés social.

El debate sobre los límites de la información en los casos de violencia extrema no es nuevo. Se planteó en los años del plomo, los más crudos de la ofensiva de ETA, y en otros países como Colombia, en su lucha contra las FARC y la escalada de secuestros. Apartar esas noticias de la actualidad sería distorsionar fenómenos en los que los medios tienen que implicarse. Para los medios de comunicación españoles existe un antes y un después de 1997. Ese año, Ana Orantes murió quemada con gasolina por su marido, después de denunciar su maltrato e indefensión en un programa televisivo de Canal Sur. Este terrible crimen machista nos enseñó dos cosas: la cruda realidad que nos obligaba a tomar partido para acabar con la impunidad de puertas para adentro y la necesidad de establecer mecanismos de protección para las víctimas en sus apariciones en los medios de comunicación.

XHE COINCIDIDOx en diversos foros con Raquel Orantes , la hija de Ana, que se ha volcado en la lucha contra el maltrato. En todos ellos reitera tajante que a su madre la mató su padre, no la televisión.

Más allá de la telebasura y los programas testimonio trampa, la televisión, como la prensa, la radio e internet son una excelente herramienta para lanzar mensajes que ayuden a las mujeres que se encuentran en una situación de indefensión. No olvidemos que el maltratador intenta aislar a su pareja del entorno de amigos y familia para minar su autoestima con mayor impunidad. Una noticia, un reportaje, puede ser el salvavidas que le ayude a tomar la decisión de denunciar. Miguel Lorente , delegado del Gobierno contra la violencia de género, nos advertía el pasado martes desde este diario de los peligros de repetición de conductas que pueden tener nuestras informaciones. Pero habría que plantearse por qué ese afán de imitación que tienen los maltratadores a la hora de apuñalar con saña no lo aplican con la misma vehemencia para suicidarse. Las estadísticas nos revelan que a un 65% de los asesinos machistas no se les pasa por la cabeza quitarse la vida. Por eso, una de las asignaturas pendientes es dejar bien claro que no existe impunidad para los agresores y recordarles que actualmente el delito de violencia machista es la tercera causa de ingreso en prisión.

Pero el mayor reto para la prensa es conseguir relevancia informativa para mujeres que han rehecho su vida, que encuentran nuevas oportunidades. Imitación en positivo que Miguel Lorente también reclama para acabar con el maltrato. Si hace unos días vivimos la pesadilla de cinco muertes de mujeres en una sola semana, en el 2008 y en plena campaña electoral cuatro asesinatos machistas en menos de 24 horas provocaron un debate sobre la efectividad de la ley integral sobre violencia de género, promulgada en el 2004, que puso en cuestión el sentido y la eficacia de las órdenes de alejamiento, entre otras medidas. Se habla del efecto mimético de los maltratadores, pero raramente de lo mucho conseguido en la toma de conciencia de las que ya nunca más quieren aceptar vejaciones, faltas de respeto, ninguneos, etcétera. Esa actitud desafiante también puede explicar, nunca justificar, el incremento de actos violentos. A los esclavos sumisos tampoco se les mataba, solo cuando intentaban huir.

Cada día se presentan 400 denuncias por maltrato en nuestro país que han podido evitar muchas agresiones difíciles de cuantificar. Aunque no lo vamos a lograr únicamente con esto, lo que está claro es que la toma de conciencia de las mujeres es un fenómeno imparable que estamos obligados a fomentar. De la misma manera que habría que redoblar esfuerzos para utilizar el altavoz de los medios de comunicación para mostrar a los hombres que las actitudes de dominio no tienen hueco en nuestra sociedad. Los periodistas disponemos de magníficos manuales, elaborados por profesionales de la información y expertos en violencia, con recomendaciones para emitir mensajes responsables. Solo tenemos que aplicarlos y cumplir nuestra obligación de hacer visible al máximo esta compleja realidad de nuestro mundo.