La necesidad de información es uno de los elementos fundamentales de cualquier tipo de vida social; y la curiosidad del público ha suscitado siempre la vocación de narradores que, desde los aedas griegos hasta los troveros del medioevo y los narradores africanos, desempeñaban una función de comunicación y, a menudo, también de información.

Etimológicamente, el término prensa significa la máquina de imprimir, desde que se inventó la imprenta en siglo XV, pero dicha palabra engloba todo: se nombra a todos periodistas, indistintamente de la función que desempeñen; de las prácticas que ejerzan en todos los medios de difusión, tengan o no relación con la máquina que sirve para imprimir; a el título de la credencial. Traducido a la realidad, cuando hablamos de periodistas nos viene a la mente una serie de acciones que los definen: trabajar con hechos de actualidad, de andar casi siempre a la carrera, preocupados por salir a tiempo con la información encomendada; comunicar a los sectores por medio de la información noticiosa sobre lo que acontece en la actualidad. Pero la actividad periodística está sufriendo una doble distorsión: por una parte los encargados de hacer un tipo de periodismo atacando incluso al derecho a la intimidad, transfiriendo con ello la preservación de la misma, y a esa clase de periodistas no les importa la honestidad de las personas y en cualquier contexto y en cualquier lugar usan su poder olvidando esos principios básicos de cualquier periodista que se precie. Y a esto se le debe poner límite quien tiene la responsabilidad para ello. Por otro lado están aquellos profesionales que observan la dificultad que entraña ser independientes, y elaborar un trabajo basado en la objetividad, porque aunque hay diarios que se designan en portadas como independientes, pertenecen a empresas que a su vez pertenecen a personas, y las personas, según sean sus intereses, se posicionan, toman partido, defienden unos principios y pueden rechazar otros. Cierto es que la plena objetividad no existe, pero se puede plantear la tendencia a ella con coherencia. Es la verdad lo que importa, y la verdad objetiva, es lo que se traduce por la objetividad informativa. El periodista está obligado a decir la verdad, por lo que la información debe ser correcta, exacta, no falsa, honesta, imparcial, neutral y con actitud crítica hacia las fuentes de información.

Estos comunicadores debían ser conscientes que tienen una responsabilidad social que cumplir y la verdad ha de ser su compañera, cueste lo que cueste. Deben ser rigurosos con los unos y con los otros, independientemente de la ideología que profesen. Los periódicos se han convertido en grandes centros de interés comercial. Y en ese mercado tan competitivo los periódicos buscan ganar dinero, captar lectores, ganar audiencia, pero parece que algunos obvian por completo la pluralidad existente.

XLAS SOCIEDADESx democráticas disfrutan de la división de poderes y algunas de la participación ciudadana, incluido entre esos poderes el cuarto, y algunos periodistas en su afán de defender determinadas políticas y políticos y ante la imposibilidad de mantenerlos sin la intervención de los mas media se esfuerzan en crearles imagen empeñados en que detenten poder aunque sea a través del espacio que el medio en cuestión les conceda. Y no sólo es indigna la actitud de estos políticos, sino la de los dirigentes de esos medios a quienes no importa quedar reducidos a simples escribientes, que toman posición, a favor de unas siglas.

No tienen en cuenta que con esa falta de rigor periodístico desprestigian a la profesión en sí, y a ese otro puñado de grandes profesionales a los que les costó mucho llegar a ser lo que son, a esos otros que han empezado con ilusión su carrera y observan como la práctica no se asemeja en nada con la teoría que les enseñan, y a aquellos que recién licenciados no dejan reflejar los principios básicos que aprendieron y asumieron como leyes.

Y son esos que se llaman a sí mismos periodistas, esos mismos que se caracterizan por tener una doble moral quienes usan sus medios para mentir, engañar, manipular y atacar a personas honestas que trabajan a diario por y para el beneficio de los ciudadanos de la región donde gobiernan.

A estos periodistas de tres al cuarto se les ve el plumero, pero deben saber que en Extremadura somos muchos los que estamos dispuestos a defender el honor de un buen compañero y rebatir cualquier mentira de prensa amarilla.

*Concejala Socialista del

Ayuntamiento de Badajoz