Tan solo dos días después de que la Casa del Rey anunciara el apartamiento de las funciones de representación de Iñaki Urdangarín, el príncipe Felipe presentaba ayer en Barcelona la Fundación 'Príncep de Girona'. Su discurso era esperado con gran expectación, dadas las circunstancias por las que atraviesa la institución monárquica a causa de la investigación a que está sometido el duque de Palma por su presunta utilización indebida de dinero público procedente de los gobiernos de Baleares y de la Comunidad Valenciana. Sus palabras no podían, evidentemente, hacer referencia directa al caso, pero la mención expresa y el elogio de valores como "el rigor, la seriedad y la coherencia" en los proyectos e iniciativas de la Fundación pueden leerse como un adecuado contraste ante actuaciones alejadas de la ejemplaridad como las que se le atribuyen a Urdangarín.

Pero quizá donde Felipe estuvo más claro fue en la reivindicación de la Monarquía, en unos momentos en que la Corona ha podido sufrir daños, y en su deseo "firme y permanente, de adaptar, de adecuar la institución" a los tiempos actuales. En este sentido, la decisión del Rey de hacer públicas antes de fin de año las cuentas de la Casa para evitar especulaciones ligadas al caso Urdangarín y para apostar por la transparencia es ya un paso en la modernización de la Monarquía. Una iniciativa que debe tener continuidad, acompañada por otras, para que la institución recupere el prestigio, que no ha perdido, pero que no es tan alto como en años pasados, como se desprende de la última encuesta del CIS.