Por qué vuelven a hacer huelga los estudiantes de secundaria este jueves -preguntan algunos- si el gobierno se ha comprometido a paralizar la LOMCE y a dejar sin efecto las reválidas? Pues muy sencillo: porque es absolutamente falso que el gobierno vaya a paralizar o dejar sin efecto nada.

Lo de paralizar el calendario de implantación de la LOMCE es un timo monumental. La LOMCE ya está completamente implantada, desde primaria al último curso de bachillerato. El gobierno ha admitido a trámite la propuesta de paralización de la LOMCE cuando ya no queda nada que paralizar. ¡Al ministro Méndez de Vigo lo dejaron solo en el pleno, no por que representase el fracaso de la política educativa del gobierno, sino porque es el que mejor sabe aguantar la risa..!

Lo único que queda por implantar -reconoce el ministro- son los «efectos académicos» de las reválidas (es decir: aquello de que aprobarlas sea requisito para obtener el título). Y es entonces que el ministro concede muy serio (conteniendo otra vez la risa) que las reválidas no tengan este año, y hasta nueva orden, tales «efectos académicos». ¡¡Bien!!... Pero es que resulta que, según la propia LOMCE, y el decreto de reválidas en vigor desde julio, las reválidas no pueden tener «efectos académicos» hasta 2018. ¿No es para mondarse? El ministro nos ha concedido lo mismo a lo que le obliga la ley que él mismo nos impuso hace meses. Como mucho ha prometido prolongar dicha «medida de gracia» hasta que se logre un nuevo pacto educativo. Pero como este pacto es, según el gobierno, una prioridad política y ha de lograrse en los próximos seis meses, es decir, en el 2017, es como si no hubiese dicho nada (que no estuviera previsto ya en la ley en vigor).

De otro lado, que las reválidas no tengan «efectos académicos» es otra mentira como un piano, esto es: una mentira que suena muy bien. ¡Claro que tendrán efectos académicos! La reválida de bachillerato será ya durante este curso la llave para entrar en la universidad, para escoger estudios y para aspirar a becas. Según el borrador de la orden del ministerio, los alumnos de bachillerato tendrán que obtener un mínimo de cinco de nota media entre las pruebas de reválida y la nota media de todo el bachillerato para ir a la universidad. Si no obtienen ese cinco (y aunque tengan aprobado el bachillerato) no podrán ir. Las pruebas durarán cuatro o cinco días, con exámenes de 90 minutos, y en ellas se examinará a los alumnos de todas las materias troncales (a duras penas los negociadores del PSOE parecen haber logrado que solo sean las de segundo curso). Muchas de estas materias son total o parcialmente nuevas, y casi todas contienen muchos más temas que sus predecesoras en la ley anterior.

Pero lo más grave es que todo lo relativo a los contenidos mínimos (lo que hay que «memorizar» para aprobar) y a la estructura concreta del examen se sabrá, con suerte, a finales de año. Por lo que los profesores tendremos que cambiar programaciones, contenidos, y pautas de evaluación... ¡a mitad de curso! ¿Y no les parece que esto -propio de la más bananera de las repúblicas- tendrá, sin duda, «efectos académicos»? ¿No tendrá también efectos académicos el que los profesores tengamos que convertirnos en «preparadores de oposiciones» (pues eso serán las reválidas) para niños y adolescentes, olvidándonos de todo lo que significa realmente enseñar y aprender? ¿No tendrá efectos académicos el clasificar los centros según sus resultados en las reválidas? ¿Hace falta seguir?

La LOMCE se ha implantado completamente este año contra el criterio de toda la comunidad educativa. Del mismo que a final de curso, y si nada lo remedia, someteremos a los alumnos a las mismas reválidas (¡porque son, en espíritu, las mismas!) que eliminó el franquismo en los años 70 -por considerarlas inútiles y poco pedagógicas, se decía en el NO-DO-. ¿Creen que no es para ir a la huelga? Mientras muchos dormitan y las aulas se quedan vacías, los estudiantes volverán, hoy, a darnos una lección magistral en las calles. El futuro -por suerte para este país- es suyo.

*Profesor de Filosofía.