En este mundo globalizado e hiperconectado en que vivimos, podemos acceder a estudios para todos los gustos. De hecho, hay investigaciones que confirman hipótesis y otras que las refutan en el transcurso de un breve espacio de tiempo. No sorprendería que, tras una década, por ejemplo, pudiesen producirse hallazgos que permitan llegar a conclusiones distintas a otras extraídas con anterioridad. Pero es que ahora, en apenas unos meses, podemos encontrarnos afirmaciones opuestas sobre idénticos planteamientos. Cuento esto porque voy a aludir a algunos de esos estudios que suelen aparecer reseñados en prensa, concretamente a los que afirman que reírse contribuye a un alargamiento de la vida. Y, aunque no hay investigaciones conocidas que arrojen conclusiones en sentido contrario (esto es, que demuestren que la risa acorta el período vital y afecta negativamente a la salud), puede que mañana mismo algún investigador de cualquier universidad recóndita nos sorprenda con una publicación que no solo lo afirme, sino que, incluso, lo pruebe. Porque igual no nos lo hemos planteado durante este tiempo en que nos han informado sobre ello, pero eso de que la risa mejora la salud y alarga la vida, así, en general, y sin más detalles, la verdad es que resulta, cuando menos, poco concreto. Y, ojo, que a mí también me gusta pensar que podemos hallar en la risa una fuente de bienestar físico, mental y espiritual. Pero, por aquello de no dar nada por sentado, habría que plantearse si todas las risas alargan la vida por igual, o si, en justicia, deberían hacerlo. Porque todos sabemos que hay gente mala que se ríe de las desgracias ajenas, que utiliza la risa para acosar y humillar a los que son diferentes, que esboza una sonrisa para jactarse de una supuesta superioridad, que la utiliza para el engaño, e, incluso, que, como Pedro Sánchez, la exhibe hasta cuando las víctimas se cuentan por decenas de miles y los nuevos parados por millones. Y, pensando en esto, qué quieren que les diga, que ya no me agrada tanto saber eso de que la risa alarga la vida y mejora la salud. Y no es que yo le desee mal a nadie, pero, hombre, que los abusones, estafadores, malvados y desaprensivos se fortalezcan y amplíen su esperanza de vida a base de carcajearse y hundir al prójimo, pues como que tampoco. Para eso, mejor que la risa no dé ni quite años ni salud. Que cada cual se quede como está, independientemente de que ría más o menos. Y, luego ya, que Dios y la medicina repartan suerte.

*Diplomado en Magisterio