TEtl juez Pablo Ruz está demostrando en la instrucción del 'caso Bárcenas' un escrupuloso respeto por los tiempos. A muchos ha llegado a exasperar con ese rigor que a veces parece lentitud. Ruz va despacio, pero seguro. Con la declaración, ayer, de la actual secretaria general del partido, Dolores de Cospedal , ha acabado de momento el desfile judicial de los responsables de la estructura del PP de los últimos años. Todos ellos, Javier Arenas, Francisco Alvarez-Cascos y la jefa actual, Cospedal, han comparecido en la Audiencia Nacional en calidad de testigos. La normativa procesal obliga a los testigos a decir siempre la verdad en su declaración. No vale mentir. Como no estás acusado, no tienes derecho a no declarar en tu contra. ¿Qué alternativa tiene el testigo cuando no quiere mentir pero no quiere pillarse los dedos por si aparece una prueba inculpatoria?

Pues las opciones son dos, como se ha podido ver en el 'caso Bárcenas' y en otros muchos procesos. Afirmar que uno no recuerda los hechos investigados y descargar la responsabilidad en otros. En el caso que nos ocupa, los extesoreros Alvaro Lapuerta (gravemente enfermo) y Luis Bárcenas (en prisión). Cospedal se permitió ayer una variante de esta norma metiendo en el ajo a Mariano Rajoy . Ahora solo falta discriminar dónde está la verdad.

Y es aquí donde volvemos a la celeridad, a los ritmos y a las figuras de los involucrados en la investigación judicial. Arenas, Cascos y Cospedal han declarado como testigos sobre hechos ocurridos hace muchos años. Otros jueces más decididos --o inconscientes-- habrían encontrado motivos suficientes para citarlos como imputados.

Esto, obviamente, no blindaría a la justicia de la mentira de las personas investigadas, pero tendría más instrumentos para que recuperaran la memoria. Pero, en este caso, Ruz correría el riesgo de perder el caso a favor de una instancia superior, como el Supremo.