La escapada de Edward Snowden está acaparando la atención de los medios de comunicación y del público. Al exanalista de la CIA que denunció el espionaje electrónico masivo realizado por el Gobierno de EEUU se le reconoce la valentía al revelar públicamente esta actuación sabiendo las consecuencias que podría acarrearle. La segunda parte de la historia, sin embargo, suscita perplejidad. China, Rusia, Ecuador, Cuba, Venezuela. Son los nombres que aparecen en el misterioso periplo de Snowden. Todos estos países tienen varias cosas en común y es el desprecio de las libertades civiles y las violaciones de los derechos humanos, aunque en grados distintos. Pero no se debe olvidar o encubrir lo que realmente está sobre la mesa más allá de la seguridad personal de quien denunció el espionaje, que es la existencia de una ley que permite la recolección masiva e indiscriminada de información sobre los ciudadanos y mantenerla secreta. Es el conflicto entre el derecho a la privacidad y el poder del Gobierno.