Empieza la legislatura. Por fin, después de 315 días de impasse y atonía, este país tendrá gobierno cuando Rajoy jure hoy su cargo ante el rey. Empezamos un periodo en el que el PP deberá pasar del rodillo al diálogo y el PSOE, totalmente roto y desgarrado, tendrá que afrontar el camino de la reconciliación con dos bandos totalmente enfrentados: uno, el del aparato que ha desbancado a Pedro Sánchez; y dos, el del propio Pedro Sánchez, dispuesto a liderar su opción del ‘No por el No’ y torpedear a la actual dirección arrogándose la representación de una militancia que, según él, está huérfana y defraudada.

Quien mejor sale de este periplo de espera es Mariano Rajoy. Con la que tiene montada el PP en los tribunales por los distintos casos de corrupción que se están juzgados, los vetos del resto de formaciones han permitido que haya sido investido presidente con la menor cantidad de votos en contra de la historia de la democracia. Todo un logro que ahora deberá expandir si quiere que su segunda y última legislatura dure más allá de mayo, mes en el que ya se pueden convocar unas nuevas elecciones. Su talante dialogante, totalmente impuesto por el momento, deberá desarrollarlo a partir de hoy si quiere seguir contando, al menos, con quien está llamado a ser su socio preferente, en este caso Ciudadanos.

El gobierno que forme dirá mucho en este sentido. Caras visibles del anterior Ejecutivo tendrán que coger la puerta de salida, no son aptos para fraguarse en el diálogo y han roto de sobra los puentes antes de tenderlos en una hipotética mesa de negociación.

Mientras, al PSOE le esperan tiempos convulsos. Pedro Sánchez estaba moribundo, pero desde ayer ha resucitado. Su postura era la esperada: ser coherente en la única estrategia que ha defendido todo este tiempo y dejar el escaño para presentarse a la secretaría general del partido. La verdad es que, visto lo visto, los socialistas tienen un problema. Cuando ya parecía encauzado el partido por los hermanos mayores, llega el respondón y revuelve el pelotón. Mucho van a tener que moverse los barones y las baronesas territoriales si quieren tener una oportunidad en el próximo congreso. La estrategia de Sánchez, con postureo ante los micrófonos incluido, va a tener calado entre los militantes, sobre todo esos que prefieren incluso el suicidio con tal de no dejar pasar a la derecha.

En todo este asunto ha fallado la pedagogía. Es más que evidente que la abstención nunca es un sí, es dejar gobernar a quien tiene más opciones si la alternativa son unas terceras elecciones donde la caída puede ser mortal.

Pero Podemos ha jugado aquí un papel fundamental de destrucción, ha removido las conciencias hasta tal punto de que han conseguido que buena parte de la militancia socialista sienta de verdad cómo su partido se ha vendido a la derecha. Este sentimiento, reforzado por un líder claramente postulado en esta tesis y finalmente desbancado por su planteamiento, forman un cóctel explosivo difícil de digerir. La división del PSOE aún no ha terminado, y auguro todavía tiempos de desencuentro con un congreso bronco de por medio..

Quedan Ciudadanos y Podemos. Los primeros, con una posición en principio de apoyo al PP, tienen que jugar muy bien sus cartas si quieren seguir pintando algo en el panorama político de este país. Su responsabilidad puede que sea premiada a priori, pero tienen que saber doblegar al gobierno porque, de lo contrario, ya se sabe que ante la copia, la gente acaba siempre quedándose con el original. Una formación tan sumamente ligada a la evolución de su líder corre serio riesgo de caer si no halla su sitio como marco de representación colectiva.

En cuanto a Podemos, tendrá que decidir qué opción elige, si la calle o las instituciones, porque ambas cosas a la vez resulta complicada. Su estrategia de sobrepasar al PSOE no ha salido bien, y la legislatura finalmente arranca con un gobierno con más respaldo que antes. Su posicionamiento radical aleja al electorado de centro, pero la caída del PSOE y su desconcierto le permiten obtener por el momento una posición privilegiada dentro de la oposición. Está por ver si su evolución le va a permitir crecer o no, sobre todo cuando sus guerras internas también empiezan a aflorar.