El tono conciliador mostrado ayer por el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, tras entrevistarse con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para abordar la amenaza de nuevos atentados de ETA debe ser saludado como una buena noticia. Cualquier acercamiento entre los dos grandes partidos españoles a propósito de la política antiterrorista será recibido con alivio por una ciudadanía harta del combate a brazo partido que se ha producido durante toda la legislatura en relación con un tema tan delicado como es el diálogo con los terroristas.

Los prolegómenos de la entrevista de ayer en la Moncloa no podían ser más negativos. Tras el comunicado, la semana pasada, de la banda terrorista ETA en el que se anunciaba el final del alto el fuego, Mariano Rajoy no dudó en atacar al presidente Rodríguez Zapatero y pedirle una rectificación. Y el jefe del Ejecutivo, poco después, respondió en una entrevista televisiva en la que puso encima de la mesa la deslealtad del PP en todo el proceso.

Así las cosas, los dos dirigentes llegaban a la cita de ayer en el palacio presidencial casi condenados a mantener su duelo. Pero no fue así: no desenfundaron. La dramática sensación de que puede producirse un atentado terrorista en cualquier momento hizo que ambos aparcaran las soflamas electoralistas.

Mariano Rajoy, por otra parte, sabe que corre el riesgo de pasarse de frenada en sus críticas al Gobierno socialista, algo que no le perdonarían las capas más moderadas de lasociedad. Y Rodríguez Zapatero cuenta en su debe el haber pilotado un proceso de diálogo con ETA que ha dividido --con la inestimable colaboración de los dirigentes populares y su coro mediático-- profundamente al país.

Con unas elecciones legislativas al fondo y con ETA a punto de actuar, parece llegada la hora de los hombres de Estado, como en ocasiones anteriores ha ocurrido, y Zapatero y Rajoy lo saben. Ahora bien, el líder del PP dejó claro que su partido aspira a "derrotar" a ETA, es decir, que cierra cualquier posibilidad de intentar de nuevo la vía dialogada, que considera un error. Esa será una de las grandes cuestiones que las elecciones deberán sustanciar.

Por lo demás, la oferta de José Luis Rodríguez Zapatero de abrir una vía de diálogo "discreto y permanente" entre el Gobierno y el Partido Popular sobre terrorismo y la de tratar de incorporar al consenso antiterrorista a todos los grupos --incluidos Partido Nacionalista Vasco e Izquierda Unida-- son síntomas de cambio climático.

Los socialistas tienen, por otra parte, perfecto derecho a separar el conflicto terrorista de la formación de mayorías democráticas en algunos ayuntamientos y en la comunidad foral de Navarra, pese a que Rajoy insiste en mezclar ambos planos.