En octubre de 1995, Ibarra decía en Zafra: "A mí no me da órdenes para la defensa de mi región nadie, ni el Gobierno ni el san gobierno, yo defiendo lo que considero lo mejor para Extremadura... yo no lo entiendo, la disciplina de partido no debiera existir en estos temas (cesión 15% IRPF a las comunidades autónomas), yo creo que en el mío no existe".

Sin duda esta tajante afirmación del presidente derivaba no de su pleno convencimiento sobre la misma, sino de tener recién leídas la vida y hazañas de Viriato , uno de los héroes que se han reencarnado en su persona.

Diez años después, en mayo de 2005, la revista Tiempo le entrevistaba, y a la pregunta de si Zapatero le puso en la Ejecutiva de su partido para discutir, respondió: "Claro, no creo que me pusiera para obedecer porque sabe que soy poco obediente cuando se trata de defender mis intereses, mi ideología y mi región".

Dos lustros después, Ibarra seguía imbuido del espíritu del bravo guerrero lusitano, dando mandobles dialécticos a diestro y siniestro... pero, mientras tanto, con un cuarto de siglo de mandato a sus espaldas, Extremadura ¡ay!, seguía muriendo.

En esto llegó el Pleno de la Asamblea de Extremadura del pasado 18 de mayo. Ibarra confiesa sin ningún tapujo ni rubor que, aunque no le gusta, acepta el Estatuto de Autonomía de Cataluña y vota a favor por disciplina de partido, es decir, acata las órdenes del Gobierno y del san gobierno, actúa con obediencia ciega al tándem Zapatero/Maragall y apoya una reforma estatutaria que perjudica a los intereses de la región. Y Extremadura, lastrada con un cuarto de siglo de su gobierno, ¡ay! seguía muriendo. ¿Qué ha podido suceder para este cambio repentino? ¿Cómo la desobediencia y la rebeldía han dejado paso a la docilidad? ¿Le habrán recordado que si el alcalde de La Coruña se ha tenido que ir de embajador a El Vaticano a él le podrían nombrar cónsul de Extremadura en las Islas Fiji? La sola idea estremece.

Quienes desde el PP venimos afirmando públicamente que las diatribas entre Ibarra y Maragall, o las andanadas de éste a los nacionalistas, no son sino hábiles estrategias para captar votos y afianzar esa aureola de semidios reencarnado, tenemos hoy la satisfacción de haber logrado que el guerrero del antifaz confiese, lisa y llanamente, lo que ya sabíamos: Sus prioridades están muy claras, primero su interés personal y electoral, y después el de su partido. Si todos ellos coinciden a su vez con los de Extremadura mejor, si no peor para los extremeños.

Si el Gobierno de la nación nos perjudica, él actúa según sea socialista o popular su color: Con el primero se pasa por todo, al segundo no se le pasa una. El mejor ejemplo lo tienen en la reciente visita de la vicepresidenta Fernández de la Vega , que ha afirmado que el Estatut beneficiará a Extremadura. Cuando acabó de pronunciar tales palabras, creo que las carcajadas de Maragall, Mas y media Cataluña se oían perfectamente en Badajoz. Al que no se le oyó decir nada fue a Ibarra... ¿por disciplina de partido?

Siempre hemos sostenido que las críticas de Ibarra a los nacionalistas o a Maragall no eran sino una hábil estrategia para que él sacara más votos aquí y Maragall los sacara allí, bajo la coartada de yo no me caso con nadie, yo me meto con los de mi partido... pero, a la hora de la verdad, Ibarra lo máximo que hizo fue pedir a los emigrantes extremeños el voto para Maragall en las últimas elecciones. Y no duden que lo volverá a pedir en las próximas. Eso, si no le vemos haciendo campaña en Cataluña para que se vote a favor en el referéndum del Estatut.

¿Cuántas veces le han oído decir que es necesaria la reforma de la Ley Electoral para que solo estén representados en el Congreso de los Diputados los partidos que obtengan un 5% de los votos, impidiendo así el acceso de los nacionalistas? Muchas. ¿Cuántas veces ha presentado él, su grupo parlamentario o el PSOE una iniciativa en el Congreso pidiendo esa reforma legal? Ninguna. ¿A que queda muy bien defender eso de que los nacionalistas no estén en el Congreso? ¿A que tiene muy buena venta? ¿Qué extremeño no estaría de acuerdo con esa medida?

Y lo bien que queda Ibarra repitiéndolo año tras año, tras año, tras año... hasta 23 años. Los mismos que han pasado sin que haya presentado en el Congreso la reforma de dicha Ley Electoral.

Los mismos 23 años que Extremadura lleva en el furgón de cola, que son, a su vez, el mejor aval de la necesidad de la alternancia en Extremadura, porque nada nuevo puede esperarse ya ni de él ni de su gobierno, salvo que cada vez se le caigan más caretas. Y Extremadura ¡ay!, seguirá muriendo.

*Portavoz PP Asamblea de Extremadura