Hace veinte días fue La Roja de los Iniesta, Pujol, Villa, Torres, Casillas , y este domingo fue el maillot amarillo de Alberto Contador , en los Campos Elíseos de Paris, lo que volvió a tocar la fibra sensible de ese algo más que une a los individuos y no se reduce a vivir agregados en un mismo territorio. En estas tierras lo hemos expresado a voz en grito con un lema asociado a los recientes triunfos deportivos de España: "Yo soy español, español, español".

El rojo en deportes de asociación, como el fútbol y el baloncesto, y el típico amarillo del ganador en el deporte del máximo esfuerzo individual por excelencia, el ciclismo, sin olvidar los triunfos españoles en tenis (Nadal ) motociclismo (Lorenzo y compañía) y en automovilismo (Fernando Alonso ). El proceso modernizador de las estructuras deportivas españolas ha conseguido en estos años la racionalización, la competitividad y el esfuerzo concertado para el trabajo en equipo, pero tampoco se ha perdido el legado de la famosa "furia española" en aquellos deportes donde tanto importa el trabajo solitario.

Cuando el domingo por la tarde se tocaba el himno nacional en los Campos Elíseos se estaba tocando nuestra fibra sensible de españoles bien nacidos. Pero también se estaba tocando la tecla del prestigio internacional de España. No es ninguna tontería ver reflejada en la Prensa de todo el mundo la exclamación del presidente Sarkozy después de felicitar a Alberto Contador por su triunfo en el Tour de Francia: "¡Bravo, España!" y después de haberle preguntado "¿Pero cuál es el secreto para cosechar tantos éxitos deportivos?".

Los éxitos deportivos forman parte de una concertación general, no escrita, de todos los elementos materiales y humanos de la sociedad española, que tiene por objeto mejorar nuestra imagen de marca en el campo de las relaciones de poder en un mundo globalizado. Es la forma de ejercer el patriotismo en el siglo XXI. Lo que los analistas suelen denominar "diplomacia pública". Eso desborda el recinto de una Embajada o la política exterior del gobierno.

La imagen de marca de un país. Nada menos. Tan importante que no puede quedarse en las exclusivas manos de nuestro servicio exterior.

En ese sentido tanto hacen sus deberes Alberto Contador, Rafa Nadal, Fernando Alonso o los Villa, Torres, Pujol, Iniesta, etc., al lograr que el himno nacional suene últimamente con tanta frecuencia, como los han hecho los bancos españoles al superar con nota alta los famosos stress test frente a la crisis.