Dice Carlos Boyero que podemos dormirnos varias veces viendo María Magdalena, pero yo estoy empeñada en comprobarlo por mí misma, porque gran parte de la memoria feliz de mi infancia incluye pelis de romanos, superproducciones bíblicas y cine histórico de la serie B. Probablemente la afición provenga tanto de las noches de verano a duro en el cine tenis de Garrucha como de las sesiones continuas en el Capitol de Barcelona, donde mis hermanos y yo disfrutábamos de tardes de sábado de corazas y cascos con plumas imposibles, valle de los hombres de piedra, doncellas rescatadas de las garras del dragón y cíclopes contra Simbad o contra Ulises, que lo mismo daba, este último encarnado por un saltimbanqui pícaro de nombre Kirk Douglas, seis años antes de convertirse en el mítico Espartaco.

En mi mente se mezclan lo mismo las narraciones heroicas de los héroes que las no menos heroicas de los santos, y aunque a menudo ponían también westerns auténticos o spaguettis, yo prefería las de romanos, salvo una producción cómico aventurera que se llamaba Texas, donde un maravilloso Alain Delon hacía el tonto en el Oeste, acompañado de Dean Martin.

Ahora que entra la Semana Santa iré a ver a la Magdalena, aunque mucho me temo que me llevaré un nuevo chasco. El mismo que experimenté con Russell Crowe haciendo de Noé, Christian Bale encarnando a Moisés o ese olvidable actorzuelo que se atrevió a ponerse en la piel de mi Ben Hur. En la nostalgia dorada de las semanas santas de mi niñez, solo el Richard Burton de la Túnica Sagrada puede compararse al Judá que se enfrentaba a Mesala, acariciaba sus cuatro corceles blancos, besaba a su madre leprosa o cruzaba su mirada con el Salvador. Grandes héroes de un cine grande. Mucho mejor pasar las tardes de relax viéndolos en la pantalla que seguir las aventurillas de esa infame pandilla de prófugos y prófugas, presos y presas que pretenden ahora hacerse las víctimas y que no merecen toda la tinta que se les está dedicando. A la fuerza tendré que escribir sobre ellos. Pero no será hoy. Hoy toca tarde de cine.