TEtl trasplante de rostro realizado en Valencia representa una hazaña médica. Por el doctor Pedro Cavadas supimos que el posoperatorio va bien, que el paciente se ha visto en el espejo y ha sonreído, y que si el proceso de rehabilitación sigue su curso, esta persona podrá recuperar algunas funciones básicas como comer por la boca y no a través de una sonda, su única vía de alimentación desde que una brutal radioterapia le dejó sin rostro. La sonrisa imaginada del paciente contrasta con la indignación expresada por Cavadas por la filtración de los datos del donante, que se han colado en los medios de comunicación contraviniendo lo dispuesto en la Ley de Trasplantes. La revelación de la identidad fue posible gracias a las pistas precisas que proporcionaron las instituciones y organismos implicados. Los medios solo necesitaron cruzar datos para averiguar la identidad del donante. Es necesario que todos abramos una reflexión sobre lo que ha pasado. Porque la confidencialidad en los trasplantes, que se protege hasta en los niveles más íntimos que relacionan a la familia del donante con el receptor, no es un criterio caprichoso. Es el mínimo pago que la sociedad puede hacer a la generosidad de las familias de los donantes y es la garantía de que el altruismo demostrado hasta ahora, que nos sitúa a la cabeza del mundo en materia de trasplantes, se mantenga. Solo así podremos seguir contando en un futuro hazañas médicas e historias de vidas restañadas. Y no merece la pena empañarlas por el interés de desvelar o por el deseo de conocer el rostro de la noticia.