XUxn grupo de científicos, dirigido por el investigador catalán Joan Massagué, buscando entre las malignas, ha identificado los genes que permiten la multiplicación de las células del cáncer de mama, un descubrimiento que podría mejorar el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. El conjunto de genes, que más que a un conjunto recuerda a un escuadrón de la muerte, no sólo revela la zona o el órgano vital en la que el cáncer volverá a reproducirse instalándose, sino también la mala leche con la que lo haga. Piensa entonces la comunidad científica que el estudio de los genes de esas células concretas, determinaría la medicación precisa a la que debiera someterse cada individuo afectado por tan vulgar malignidad. Son unos artistas los científicos, escondidos en el estudio sereno y olvidados de público reconocimiento.

Joan Massagué y los suyos --a mí me parece-- no han hecho otra cosa que volver a poner en valor la clásica ley de Henkel: la filogenia reproduce la ontogenia ; que en lenguaje sencillo significa que la manera de actuar los escuadrones de las células de Al Qaeda es esencialmente la misma que la manera de actuar de algunos genes: dependen en cierto modo de la célula que marca el objetivo terrorista con absoluta independencia de lo que digan las células de al lado.

Así, podría parecer que lo que conviene aprender es que puede ser más interesante detectar células concretas que cortar por lo sano en países enteros. Irak sería entonces como una especie de cáncer de mama originado por los que siempre están chupando de la teta.

Los hallazgos, que se publicaron en la revista científica Nature, son transcendentales porque si se diagnostica pronto el tumor y se obstaculiza la forma de viajar y asentarse en órganos vitales, más mujeres tendrán la posibilidad de superar la enfermedad. Después de que se ha extendido más allá del pecho, es más mortal porque el tratamiento es menos eficaz.

El señor Massagué, lleno de humildad propia de aquel que sabe mucho, ha resumido este asunto de la lucha contra el cáncer, como si ya hubiésemos dejado el tiempo de las cavernas y hubiésemos descubierto la rueda, al menos tenemos ya la rueda . Mira tú por dónde dicen los libros de Historia que fue allí, entre el Tigris y el Eúfrates, donde por arriba hay agua y tierra fértil y por debajo petróleo, donde se descubrió la rueda.

*Maestro