La crisis que ha provocado la reacción de Francisco Alvarez-Cascos tras ser descartado por la dirección del Partido Popular para encabezar su lista en las elecciones autonómicas de Asturias parecía ser, en los primeros momentos, algo más que unas declaraciones altisonantes, pero conforme pasan los días está atenuándose y puede que, a la postre, solo quede en un ruidoso portazo y unas pocas dimisiones. La receta que aplica habitualmente Mariano Rajoy de permitir que las aguas vuelvan a su cauce por sí solas sin hacer nada que le comprometa podría dar resultados también en este caso, y máxime en un partido que, según anuncian las encuestas, tiene muchas posibilidades de volver al Gobierno en el 2012. Todo el mundo quiere salir en la foto, así que procurará no moverse.

Con todo, Alvarez-Cascos no es de los que dan su brazo a torcer con facilidad y, además, tiene aliados, dentro y también fuera de Asturias (entre estos últimos, el alcalde de Granada y algunos sectores del aguirrismo), que han hecho oír su voz. Y es que las mismas características políticas y personales que le dieron un gran protagonismo en la transformación y refundación de Alianza Popular y en el encumbramiento de José María Aznar como presidente del PP hacen de él un peso pesado difícil de batir. Con su trompeteante salida del partido y con sus declaraciones posteriores --pródigas como nunca--, en las que coquetea con la posibilidad de crear una alternativa al PP en el Principado, ha demostrado que no está dispuesto a admitir el trato que él mismo dispensaba a los dirigentes autonómicos del PP cuando gobernaba el aparato del partido. Se lo acaban de recordar sus excorreligionarios de Asturias, donde provocó una escisión del PP, y Alejo Vidal Quadras, que dejó de presidir el PP catalán en el momento en que él se lo impuso. Cuando el exsecretario general del PP dice que estaba disponible para el partido hasta el 1 de enero y que ahora lo está exclusivamente para quienes le habían mostrado su apoyo, da bastantes pistas de cómo ve su propio papel en la política. Como resulta revelador que el mismo hombre que en el congreso del PP del 2008 se opuso a la creación del consejo autonómico porque restaba poder a la dirección nacional, el domingo pasado se llenara la boca al hablar de Asturias como país en la rueda de prensa en la que lanzó su órdago; ayer mismo, en la radio, volvió a lanzar un mensaje en clave regionalista.

La dirección nacional del PP está haciendo del silencio respecto a Cascos el mejor de los mensajes, pero esa actitud impide conocer la cuestión de fondo, que es saber qué motivos han llevado a Rajoy, que en agosto dio a entender que lo apoyaba, a retirarle su aval. Y es que con Alvarez-Cascos tenía casi seguro el Gobierno asturiano en unas autonómicas que presentará como primarias de las generales del 2012. Y, sin embargo, ha preferido prescindir de él sabiendo que puede perder esa baza.