WTw odas las previsiones sucesorias en la dirección nacional del Partido Popular se han visto alteradas por sendos escándalos: el de espionaje político en la Comunidad de Madrid y el de una supuesta corrupción que afectaría a las organizaciones territoriales de Madrid y de Valencia, las dos plazas fuertes del partido y cuyos líderes, Esperanza Aguirre y Francisco Camps, son, o eran, decisivos en cualquier congreso. Uno y otro, además del presidente del PP, Mariano Rajoy, se dibujan como las principales víctimas de la actual crisis. Era moneda corriente que Rajoy se jugaba su futuro en las elecciones vascas y gallegas del 1 de marzo y, sobre todo, en las europeas del próximo verano. Un mal resultado destaparía la caja de Pandora y la cuestión sucesoria se plantearía con toda su crudeza, sin esperar al congreso ordinario previsto para el año 2011. Pero, antes incluso de que hablen las urnas, el liderazgo de Rajoy aparece tocado por ambos escándalos, aunque no sea directamente responsable, sino víctima de ellos.

Esperanza Aguirre y Francisco Camps, que aspiraban a ser decisivos a la hora de designar al sucesor de Mariano Rajoy, tanto si se postulaban como si decidían quién sería el heredero, quedarán muy tocados si, tal como parece, el juez Baltasar Garzón tiene pruebas de que cargos institucionales a las órdenes de ellos cobraron dádivas o sobornos de la red de corrupción investigada.

Por eso, muchos dirigentes populares dirigen sus miradas al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ahijado político de Manuel Fraga y enemigo declarado de Esperanza Aguirre.

Aunque parece un problema que no tenga influencia en las organizaciones del partido más allá de Madrid y algunas islas desperdigadas por toda España, el instinto de conservación de los dirigentes territoriales y de los cargos institucionales y la vocación de recuperar la Moncloa cuanto antes son tan fuertes que Ruiz-Gallardón puede conformar una cómoda mayoría a su alrededor. Incluso Aznar acabaría por bendecir esta salida si la otra gran esperanza de la derecha, Rodrigo Rato, opta por seguir en su retiro en el mundo de las finanzas.

El Partido Popular afirma que los escándalos en curso obedecen a una campaña de desprestigio orquestada por el PSOE. De ser eso cierto, el resultado de la crisis le podría salir rana a los socialistas. Rajoy es incapaz de aprovechar la grave situación económica para superar a Zapatero. Rato o Gallardón serían, por el contrario, adversarios temibles.