WEw l voto a favor de la adjudicación del concurso del agua de Cáceres a Acciona por parte del concejal del PP Joaquín Rumbo, pone un inesperado punto --si es seguido o final está por ver-- al camino muchas veces esperpéntico en que se había convertido un proceso en que, por intereses de unos, peleas de otros y alicortos vuelos de todos, no ha conseguido nunca elevarse sobre el nivel de culebrón. A pesar de que buena parte del futuro financiero del consistorio se estaba jugando en ese envite.

Todo parede indicar que Rumbo, tras 16 años en el ayuntamiento y ante el último pleno de su trayectoria, como era el de ayer, ha actuado por despecho. Fue el propio concejal el que justificó su alineación con los votos del PSOE y Foro Ciudadano en su exclusión de las listas a las elecciones del 22 aunque también haya señalado que con su voto sentía hacer un favor a Cáceres y evitarle los gastos financieros que supone mantener sin adjudicar el servicio de agua. El segundo argumento pretende ensombrecer una conducta que hay que calificar de reprobable, porque no es el despecho el factor que debiera impulsar cualquier decisión política, aunque el resultado de ese despecho, es decir la posibilidad de que se adjudique el concurso del agua, sea, y así lo ha defendido este diario en numerosas ocasiones en este espacio, lo que más beneficia a la ciudad.

La decisión de Rumbo puede tener consecuencias electorales para el PP, que actúa confiado en su victoria. A poco más de una semana de las elecciones, que estalle en el grupo de concejales una desafección como la habida pone en entredicho la unidad del partido, un valor muy apreciado por los votantes.