WDw os noticias de esta semana dan idea del viraje que está experimentado --eso sí, poco a poco-- el sector turístico en Extremadura. La primera apunta a que disfrutar del turismo rural en verano en la comunidad extremeña es ya sustancialmente más caro que hacerlo en destinos clásicos de la costa, como Benidorm, Benicasim, Cullera o Sanxenxo. Y eso que el incremento del número de casas rurales --ya hay 341 en la región-- ha frenado algo los precios. La segunda información tiene que ver con la instalación de un hotel Incosol de cinco estrellas en el complejo isla de Valdecañas, cuyo objetivo es atraer a los famosos y millonarios que desde hace años pasan por el establecimiento de la cadena en Marbella y que en el futuro podrán hacerlo en un enclave paradisiaco, a únicamente hora y media de Madrid. Estos son solo dos ejemplos que dan idea de que Extremadura comienza a explotar una oferta turística de calidad que ya está siendo generadora de cientos de puestos de trabajo, pero que tiene potencial para lograr aún mayor peso en la economía extremeña. No obstante, convendría no perder el rumbo, avanzar en la gestión sostenible de nuestro turismo rural, no exprimir demasiado al turista y mirar a la competencia. España duplicará en los próximos 5 años su oferta de turismo rural, hasta 20.000 alojamientos, cifra que supondrá un punto de inflexión importante para la región, en el que será necesario ofrecer nuevos productos, diferenciarse para atraer a la demanda y vigilar los precios. Las expectativas son halagüeñas pero no olvidemos que hace décadas que se lleva hablando de la gran explosión turística extremeña y esta no termina realmente de llegar.