TBtenito le había echado el ojo a Maricarmen hacía tiempo, pero Maricarmen no le había echado nunca nada a Benito, ni siquiera una forzada sonrisa. Los dos trabajaban en el mismo ministerio, aunque en distintos departamentos. Un día el ascensor se quedó parado entre la tercera y cuarta planta del edificio con Benito y Maricarmen dentro. Benito dispuso de hora y media para intentar seducir a la damisela con la que tantas veces había soñado. Transcurridos treinta minutos, Benito ya había roto el hielo y había empezado a recitar de memoria el segundo capítulo de un manual de seducción que había comprado en las rebajas de un sexshop, pero su compañera Maricarmen terminó arrastrándole a una conversación monotemática con la que ella parecía disfrutar mucho: el baile de salón. Su pasión en la vida era el baile y lo bailaba bien todo: las sevillanas, la cumbia, el merengue, el tango, el pasodoble, todo, menos el claqué, que era su asignatura pendiente, dado que aún no había encontrado quien la enseñara. Mal se le puso el asunto a Benito, porque el baile era una actividad bastante desconocida para él y apenas pudo pronunciar palabra. Transcurrió la hora y media, y los operarios ascensoristas abrieron las puertas del ascensor en la cuarta planta. Benito y Maricarmen accedieron a un salón bastante grande al que habían acudido muchos compañeros curiosos para seguir de cerca las incidencias del forzoso encierro. Benito salía de la gran caja metálica lleno de frustración, pero una voz interior le dijo que debía intentar por última vez llamar la atención de su ansiada Maricarmen y entonces, como por arte de magia, se puso a bailar claqué delante de todos con extraordinaria habilidad. Todos sus compañeros aplaudieron a rabiar; y a partir de ahí Maricarmen dejó que Benito robara poco a poco su prenda dorada.

Cuando ella le preguntó a Benito dónde había aprendido a bailar claqué, él le contestó: "Vengo a trabajar todos los días andando y paso por varias calles céntricas cuyas estrechas aceras están llenas de heces de perros, para no pisarlas tengo que avanzar dando saltitos de un lado a otro; y así, sin querer, he aprendido a bailar claqué".

*Pintor