TEtl sabio bebe vino de Esparragosa y calla. "No entiendo nada". Por eso es sabio. De la barra del bar es el que menos entiende. Los demás, todos nosotros, lo tenemos muy claro, estamos seguros, nunca dudamos, soportamos la verdad como soportamos el calor, pero el sabio está seguro de no saber nada. Terrorismo, matrimonios, refinería, farruquitos, política municipal, todo está clarísimo para nosotros menos para el sabio. "¿Reír es bueno o malo?" "Exigir comisiones para saber la verdad de las cosas, ¿es bueno o malo?". "Depende de quien se ría, o de quien quiera saber la verdad". Me acerco al sabio y le pregunto. "¿Y de la refinería qué?". Me mira y bebe, luego me vuelve a mirar y responde. "¿Ves este vaso de vino? Con uno igual brindé antes de irme a Alemania. El vino siguió allí, nosotros nos fuimos". Y calla.

El sabio bebe tres vasos y paga los tres. No alza la voz, no contesta. "Prudente es el que no habla hasta tener todas las pruebas. Que luego pasa lo que pasa". Vociferamos, lanzamos puñaladas a las ideas de los compañeros de vino, recibimos navajazos dialécticos, bebemos, pagamos, no pagamos, tenemos la certeza y el alcohol, España siglo XXI, país de hombres y mujeres certeros y seguros. "¿Entonces por qué tanto escándalo con esos matrimonios?". Responde uno con un chiste tabernario y una borrachera de dos y media de la tarde. El sabio calla. Todos reímos y todos bebemos. Y todos somos muy machos, demasiado. Entra una rumana pidiendo limosna, el tabernero la expulsa, los demás comentamos, el sabio calla. "Los nombres en Alemania eran muy largos y extraños pero nadie se perdía". La rumana escupe en el umbral antes de salir y el tabernero nos invita a una ronda.

*Dramaturgo y directordel consorcio López de Ayala