TRtesulta asombrosa, cuando no patética, la actitud de Carlos Floriano, cabeza principal del PP en Extremadura y aspirante a suceder en las próximas elecciones autonómicas a Rodríguez Ibarra en la presidencia de la Junta de Extremadura.

A raíz de los resultados de las elecciones europeas en nuestra región, se siente catapultado a la presidencia, casi sin pasar por las urnas y saca pecho, orgulloso, viéndose por la calle Santa Eulalia, de Mérida --según sus declaraciones-- refrendado por 4,3 de cada diez ciudadanos que se cruza en su camino.

Pero ocurre lo siguiente. Primero, no son ese cuatro y pico de los viandantes los que le apoyan; de una parte porque el voto fue a la lista de las elecciones europeas, y de otra porque se trata de los electores de ese momento, que rondaron el 50% de los ciudadanos con derecho a voto, y así ha de pensar en la mitad de los que ve, o mejor dicho menos de esa mitad, pues los menores de 18 años no votan, y de esos adjudicarse el 40,3% en el mejor de los casos, o sea no más de dos de cada diez. Segundo: ¿no se ha percatado de que el PSOE se sube al 52,15%, con lo que supera ampliamente a las anteriores europeas e incluso queda por encima del porcentaje de las legislativas del pasado mes de marzo?

Y tercero: ¿no ha analizado que la abstención ha sido mayor en los barrios y zonas tradicionalmente de izquierdas, como suele ocurrir en las consultas europeas, que luego acuden a votar con más presencia en las locales y regionales?

Con todo ello, me temo que debe irse olvidando de formar gobierno y dejarse de repartir la piel del oso que pretenden cazar. Cazar como sea, pues están utilizando todas las artes que se encuentran a mano, con lo que los ciudadanos les siguen viendo el plumero, para su desgracia y para el bien de la colectividad.

*Historiador