XQxuienquiera que se haya tomado la molestia de leer mi libro sobre Camilo José Cela sabrá que el escritor de Iria Flavia no fue, como persona, santo de mi devoción. También sabrá que considero magistrales algunas de sus novelas, sobre todo San Camilo, 1936, y extraordinariamente valioso su retrato, en Mazurca para dos muertos, del asesino fascista Jesús Manzanedo. Y ello porque Cela no se arredra ante un hecho que muchos son incapaces de admitir, comprender o asimilar. O sea, que el ser humano, sobre todo el macho, es capaz de experimentar placer sexual matando y torturando.

El nobel tiene plena conciencia de lo que es el sadismo. Si no fuera así no habría podido escribir lo siguiente: "Don Jesús Manzanedo mata gente por aprecio del orden y también por deleite, las dos cosas, los hay a quienes se les pone gorda dándole el gusto al dedo y apretando el gatillo". Y a quienes, como al mismo Manzanedo, se les pone gorda machacando, antes de apretarlo, a sus víctimas.

Leyendo estos días los informes publicados en la prensa española y extranjera acerca de las barbaridades perpetradas por la soldadesca norteamericana y británica en Irak, y viendo las imágenes de televisión, he recordado a Manzanedo. Y al terrateniente granadino Juan Luis Trescastro, simpatizante de la CEDA de Gil Robles que, tras participar en el asesinato de García Lorca, anunció en Granada que al poeta él personalmente "le había puesto tres balas en el culo por maricón". También he recordado al gran actor Laurence Olivier, que conocía bien el sadismo en su vertiente británica, como víctima él mismo, cuando joven, de los azotes en el culo desnudo habituales en los colegios privados de la clase dirigente de aquel país. Nadie como los ingleses para el sadismo.

Una de las características más repugnantes del establishment británico ha sido no admitir jamás, ni cuando los azotes se abolieron finalmente al principio del mandato de Blair, el componente sadomasoquista implícito en la práctica (siempre reconocido por los franceses, de ahí lo del "vicio inglés") y que se exportó a EEUU y a todas las colonias del imperio. El Reino Unido fue hasta hace poco la nación sexualmente hipócrita por antonomasia, y todavía estamos con las secuelas. Por todo ello uno sigue con enorme interés los comentarios que van apareciendo en la prensa sobre lo ocurrido en la infame cárcel de Abú Graib, infame bajo Sadam e infame bajo la coalición. Las fotos que hemos visto, y parece ser que hay cientos más, remiten en seguida a la pornografía sadomasoquista que pulula en internet, con su parafernalia de capuchas, cadenas, látigos y cuerpos desnudos maniatados.

Para Seymour Hersh, en su informe para The New Yorker sobre Abú Graib, no cabe duda de que los abusos, además de criminales, han sido sádicos, y se ha fijado en el regocijo con el cual los soldados captaban con sus vídeos, mientras ocurrían, aquellas escenas.

A lo mejor nunca veremos todo este material vergonzante que acaso --no me sorprendería-- comprenda, además de actos de violación, otros de muerte. Para mí, de momento, lo más tremendo de las imágenes publicadas ha sido la participación en los desmanes de la soldado Lynndie England (de apellido tan apropiado), que incluso posaba con una sonrisa encantada, al lado de un compañero masculino, delante de una pirámide de presos igualmente desnudos, o señalando, con la mano imitando una pistola y mientras fuma su pitillo, el pene de otro desafortunado que a lo mejor teme que en cualquier momento le vayan a castrar.

Hersh nos regala el espeluznante testimonio de un testigo presencial, que dice haber oído a la England, al contemplar cómo reaccionaban dos de los presos forzados a simular un acto sexual, la exclamación: "¡Se le está poniendo dura!" Puro Cela . Da vergüenza pensar que gentuza así sea la encargada de dar lecciones de democracia.

En las palabras de condena de Bush o Blair no he visto alusión alguna al sadismo, aunque es de sadismo de lo que se trata. Uno vuelve a dar las gracias por el cambio que se ha producido en España y dado al traste con Aznar y los suyos, que, está claro, nunca van a aceptar responsabilidad alguna por lo que está pasando ahora en aquel desafortunado país.

*Historiador