A la figura de José Luis Sampedro pueden dedicarse un sinfín de elogios, tanto por su trayectoria profesional como por su implicación ética en la renovación de los valores de la sociedad. Fue Vicente Molina Foix quien quizá le definió con más acierto: "Es un hombre tan amplio que en él siempre han cabido dos". Sampedro, catedrático de Estructura Económica, profesor universitario que sufrió la persecución franquista en los años 60, académico de la Lengua, premio Nacional de las Letras, senador por designación real en la primera legislatura democrática, reconocido novelista, es en definitiva un ejemplo señero de una vocación humanista que tomó partido, de manera concluyente y explícita, por los movimientos sociales que se concretaron en el 15-M, a la manera del francés Stéphane Hessel . De Sampedro, sin embargo, que ha sido calificado como "uno de los sabios de la tribu", no deberíamos quedarnos con esa postrera actitud de compromiso cívico que le convirtió en uno de los símbolos de la indignación, sino con todo el bagaje humano e intelectual acumulado a lo largo de una vida fascinante y polifacética que le llevó, en definitiva, a ser una de las voces preclaras en la lucha contra un sistema injusto. Triunfador literario tardío con 'La sonrisa etrusca' y 'Octubre, octubre', nos lega una obra ingente de reflexión sobre la economía, la salud y la cultura, y una actitud vital que lo convierten en un referente inexcusable de nuestro presente histórico.