Cuando se cumple un año de la moción de censura que le llevó a la Moncloa, Pedro Sánchez clausuró la 35ª sesión del Círculo de Economía con una intervención en la que eludió los temas políticos más inmediatos -pactos de investidura, por ejemplo- y se dedicó a explicar su proyecto y el de la UE para los próximos años, una vez que la precariedad de su primera presidencia ha quedado atrás y se ha cerrado el ciclo electoral más intenso en décadas. Sánchez defendió la «agenda del cambio», y pidió ayuda a los empresarios para llevarla a cabo, junto a otros líderes políticos y sociales.

En la agenda de alto contenido social que expuso Sánchez destaca positivamente el renovado compromiso de elaborar un Estatuto de los Trabajadores adaptado a la economía del siglo XXI, que prevea las necesidades de la nueva economía colaborativa y regule las formas diferentes de desempeñar un trabajo. A este respecto citó como advertencia el reciente atropello en Barcelona de un repartidor de Glovo. El dirigente socialista insistió en que España debe afrontar un avance con justicia social. Ese es, a su juicio, el mensaje que se desprende tanto de las elecciones generales como de las europeas. Los objetivos son conseguir una España más competitiva, con instituciones limpias y mayor justicia social. Ante el temor empresarial a las subidas de impuestos, no negó que las vaya a haber, pero tranquilizó a los empresarios al decir que la política fiscal estará alineada con el crecimiento económico con el objetivo de distribuir la riqueza para luchar contra la pobreza.

En tiempos de auge de euroescépticos y de la tensión del brexit, el discurso fue claramente europeísta. Ante la evidencia de que las fuerzas dominantes en Europa -socialdemócratas y conservadores- necesitan los apoyos de otras fuerzas, se mostró partidario de una alianza que vaya de los liberales de Macron hasta la izquierda griega para proteger las libertades, defender el modelo económico, hacer una Europa más verde y exportar el modelo social europeo frente al proteccionismo y la guerra arancelaria desatada por EEUU, que criticó sin complejos.

Y más allá de defender la unidad en la diversidad porque fortalece a España, no entró en materia en el conflicto de Cataluña. La política estricta e inmediaata quedó para otra ocasión, lo cual es un mensaje en sí mismo.