En los últimos ocho meses, el Ejército boliviano ha reprimido a sangre y fuego las protestas populares contra el Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada Sánchez Bustamante (La Paz, 1-7-1930), presidente de la República desde agosto del 2002. Nunca hubo tantos muertos (más de 40) en tan poco tiempo, recuerda la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia. En febrero, murieron 33 manifestantes que se oponían al llamado impuestazo (reducción salarial del 12,5% para frenar, a instancias del FMI, el déficit fiscal). El Gobierno hubo de retirar la medida y dimitir en pleno.

Ahora, después de un mes de huelgas con otro final dramático, Sánchez de Lozada, Goni, se ha visto obligado a prometer que no venderá gas sin una consulta popular previa. En lo del gas, los bolivianos no quieren oír hablar de que sus exportaciones se hagan a través del mar, que en 1879 pasó a Chile tras una guerra en que Bolivia perdió su territorio costero. Además, con la vigente ley de hidrocarburos, este país paupérrimo no recibiría más del 18% de los ingresos de exportación.

Todo esto lo sabe muy bien Sánchez de Lozada, un empresario adinerado que en su primera aventura como jefe del Estado (1993-97) alentó las privatizaciones de empresas estatales. Pero, en la actualidad, está encontrando más resistencia de la que él mismo había previsto.