La tendencia de algunos cargos electos, diseñadores e industriales de la moda española a menospreciar los resultados del estudio antropométrico de las españolas -- elaborado por el Ministerio de Sanidad y el que han participado mujeres de Badajoz y Madrigal de la Vera-- no se corresponde con la importancia del asunto para la salud física y psicológica de una parte cada vez mayor de la población. Que el tallaje de 1972 se ponga al día y se ajuste a la realidad morfológica de las mujeres es un paso necesario, aunque no el único que debe darse, para corregir el despropósito de la delgadez a cualquier precio detrás del cual se esconde, sin ninguna duda, la anorexia, que no es ni una moda ni una forma de vida, sino una enfermedad devastadora. Esto es, la iniciativa del departamento que dirige el ministro Bernat Soria no es fruto de un trabajo teórico, sino que responde a un objetivo acuciante: neutralizar los perjuicios derivados de la difusión en las sociedades desarrolladas de un ideal femenino de belleza a menudo contradictorio con una dieta sana y el cuidado del cuerpo. Es posible que los términos empleados por los expertos para identificar las tres morfologías básicas --diábolo, cilindro y campana-- no sea muy feliz, pero eso no invalida la necesidad y los resultados del estudio, que han de redundar en una ropa más acorde con las españolas del siglo XXI y acabar con tallas que, fuera de las pasarelas, casi nadie tiene, a menos que se someta a una dieta inhumana.

Respecto a la clasificación femenina, la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia ha incidido en que, aunque el estudio era necesario, la nueva nomenclatura de las tipologías de las mujeres volverá a perjudicar la autoestima de estas. Ahora "la insatisfacción no vendrá por una talla, sino por una forma", ha valorado este colectivo.

En el terreno político, las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, para desacreditar el estudio son por los menos frívolas: nada tienen que ver con la libertad y la diversidad las delgadeces enfermizas.

Desde los profesionales de la moda, las manifestaciones del diseñador Elio Berhanyer, que considera una "tontería" el trabajo de Sanidad, se descalifican sin más por sí solas.

Debieran los críticos reflexionar acerca de una de las muchas paradojas que cobijan las sociedades del primer mundo: mientras crecen los problemas de sobrepeso en las capas más jóvenes de la población, una parte de este mismo segmento sueña con tener una figura, seguramente imposible, de modelo profesional. Otros han tomado en cuenta estas y otras realidades, y esa es la mejor garantía de que algo se hace y se hará en la dirección correcta.

Desde el control de la masa corporal de las modelos, impulsado por la Pasarela Cibeles, al apoyo dispensado a la Administración por Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda, y los fabricantes de ropa, todo sirve para contener esta plaga de la posmodernidad.