TNti Santiago Pavón es como Nicolás Maquiavelo , ni Carmen Heras como la ´Carmen´ de Mérimée , pero en algo se asemejan. En este momento, si los ciudadanos tuvieran que otorgar el premio limón entre los miembros de la Corporación de Cáceres, apostaría que se lo darían a Santiago Pavón, aunque sea el que ha actuado con más coherencia con respecto al ideario de izquierdas al que representa, aun poniendo en práctica la teoría maquiavélica que intenta demostrar que es preferible que un gobernante sea más temido que amado por sus gobernados, si bien es cierto que en este caso a Santiago Pavón no se le puede acusar precisamente de perverso, como lo fue Maquiavelo por sus conciudadanos. Santiago Pavón ha intentado actuar en concordancia con sus ideas, pero el problema radica en que sus ideas no van acordes con el tiempo en que vivimos y las pretensiones de la ciudad que habitamos. Ha querido, manual del fiel comunista en mano, mantenerse firme en sus principios ideológicos, pero la sociedad de hoy antepone su necesidad a cualquier doctrina, y prefiere, por ejemplo, el pan neoliberal que traiga El Corte Inglés ubicado en un suelo especulativo, al idealista bollo duro e incomestible que solo sirva para echarlo a un gazpacho de consistencia anacrónica. Es de entender.

Pongamos que Carmen Heras, con el nombre y su situación ambivalente, tiene algo de la Carmen de Mérimée, la seductora cigarrera sevillana que repartía su amor de conveniencia entre dos hombres contrapuestos, un torero algo ´maqui´ y un militar débil de carácter. No quiero decir que vea en Pavón percha de torero ´estirao´, ni en Felipe Vela un soldado de plastilina, pero sí en la Carmen de Cáceres figura de ávida bailarina dispuesta a zapatear en todos los tablaos, sin tener en cuenta que haytarimas aviesas de palo, y si no se tienen fieles y buenos palmeros, el zapateao se queda en contoneo. A ver cómo termina el baile.