Como está siendo habitual en todas las últimas elecciones, la primera vuelta de las primarias de la derecha francesa se saldó con sorpresa. Ganó, más bien arrasó, el exprimer ministro François Fillon, que era el tercer hombre desde hace semanas en todos los sondeos. Solo una última encuesta publicada antes de la votación le colocaba en primer lugar, con el 30% de los sufragios, en empate técnico con los dos favoritos, Alain Juppé y Nicolas Sarkozy, ambos con el 29%. Sin embargo, el resultado ha desbordado de largo ese pronóstico. Los electores -podía participar cualquiera que pagara dos euros y firmara una adhesión a los valores del centroderecha- han vuelto a demostrar que no quieren aceptar lo que se da por hecho, en este caso, la victoria de Juppé y el segundo puesto de Sarkozy. El tercer puesto del expresidente Sarkozy constituye la segunda sorpresa de la noche, porque significa el fin de su carrera política a las primeras de cambio tras su regreso. Podía preverse su derrota en la segunda vuelta, pero no el domingo. El resultado rompe otro tópico: ha ganado el candidato que menos habló de Marine Le Pen y que se dedicó a hacer su campaña, mientras que Sarkozy y Juppé referían todas sus propuestas a la candidata del Frente Nacional, para acercarse o para alejarse de ella. Fillon, casi seguro ganador el domingo próximo tras el apoyo que le ha brindado Sarkozy, es el candidato con el programa más liberal en economía y el representante de la derecha más tradicional.