TLta ciudad de Cáceres y sus gentes no dejan de sorprenderme durante mis estancias esporádicas. La última, con motivo de mi paso por un restaurante conocido de la ciudad --cuyo nombre hace alusión a un conocido recipiente doméstico-- en el que tuve ocasión de conocer in situ la profesionalidad de sus empleados, y cuyo relato paso a resumirles: Al solicitar la cuenta, después de que el primer plato me tardase más de lo normal y mantuviese un pequeño agarre verbal con la empleada de turno --del cual ya ni me acordaba-- comprobé con asombro como mi factura presentaba una merma que se correspondía exactamente a ese plato dichoso que pilló caravana y no llegó en el tiempo esperado. ¡El primer plato no se lo cobramos puesto que hemos cometido un error! , exclamó el joven camarero, a lo cual respondí con una sonrisa agradecida, que aún me estalla cuando recuerdo con mis palabras la anécdota.

Es sin duda un hecho al que no estamos acostumbrados y que condiciona nuestra opinión acerca de una empresa, e incluso yo diría , que en un momento determinado el de un ciudad y o el de una región. Esto a Cáceres, a los cacereños y al proyecto de capitalidad cultural --donde además de espectáculos y actividades culturales se recibirán muchos turistas-- les beneficia enormemente y les sitúa en un lugar preferencial. Afortunadamente no todo son timos y engaños, desencantos y falta de atenciones en la hostelería, sector de notable importancia, tanto para Cáceres como para el resto de Extremadura. Se hace preciso que las empresas perciban al cliente como lo más importante y como un elemento al que cuidar, se conciencien de que muchas veces el ganar menos dinero a favor de la satisfacción del usuario compensa de manera espectacular el futuro del negocio y la imagen del territorio.

*Técnico en Desarrollo Rural