Cuando en épocas pasadas la iglesia se dejaba arrastrar hacia un estado de relajación, separándose del espíritu evangélico, inmediatamente, como en un movimiento autorregulador y pendular, surgían corrientes reformadoras con la única misión de contrarrestar esta lasitud. Hubo ocasiones en las que este simple contrapeso fue razón suficiente como para que las aguas retornaran a su cauce, en otras en cambio, el acuerdo fue imposible y como consecuencia de ello, se produjeron una serie de cismas, alguno de los cuales perviven aún hoy como religiones perfectamente diferenciadas.

Aunque no todo el paralelismo histórico contribuye a interpretar con lucidez el presente, entre las crisis que soportó la iglesia y las actuales circunstancias por las que atraviesa la política, existen muchos puntos en común. Son ahora las voces discordantes de una serie de intelectuales y de frustrados disidentes de algunos partidos las que se alzan contra los modos de hacer de una política puramente convencional, lo que les ha impulsado a la creación una nueva formación: el Partido Demócrata Español, que nace con una clara intención de firmeza contra el terrorismo, y dispuesto a asumir una serie de reformas constitucionales que favorezcan un modelo territorial nacionalizado y cerrado, con una menor influencia de los nacionalistas, a la vez que se manifiestan contrarios al bipartidismo y a la corrupción.

SE TRATA de un grupo, con claras raíces vascas, constituido por Fernando Savater, Rosa Díez y Carlos M. Gorriarán , intentan recuperar los conceptos básicos de autenticidad democrática, en una superación del nacionalismo excluyente. Alguno de ellos formó parte del colectivo Basta Ya, pero cansados de mantenerse en posturas testimoniales, han decidido, siguiendo un modelo similar al de Ciudadanos de Cataluña, pasar a la acción y constituirse en una fuerza política alternativa.

Su razón de ser surge de la búsqueda de un espacio electoral de interposición, y del deseo de anexionarse ese sector del electorado que vaga errante entre las márgenes más moderadas de los dos partidos mayoritarios, hacia los espacios de centro izquierda; pero a diferencia de Cataluña, en el País Vasco este espacio es más inconcreto, pues no se ha generado ese nicho electoral provocado por la deriva nacionalista y estatutaria del PSC, ya que el lastre producido a raíz del llamado proceso de paz, ha provocado un menor impacto de desgaste electoral.

Esta tercera vía, nace con propuestas de actuaciones concretas, lejos de las arenas movedizas de la ambigüedad y de las utopías de los antisistemas. Se trata de espíritus críticos e independientes que tienen el derecho a intentarlo, porque se han cansado de militar en el nihilismo de la negación absoluta, y pretenden transformarse en una bocanada de aire fresco y regenerador. Quizás al final, todo se reduzca a un simple fuego de artificio, ya que se trata de una formación heterogénea que, agitada dentro de una misma coctelera, pudiera derivar en una mezcla explosiva, cuyo único punto en común es el problema terrorista y la frustración de no haber encontrado las respuestas adecuadas en sus respectivos partidos.

Pretenden reescribir la historia de su tierra desde posicionamientos diferentes, ya que son perfectos conocedores de aquella realidad, y tienen claros los caminos que nunca debieron tomarse, y aunque son un partido sin programa, sin estructura interna cohesionada y sin una clara y concreta línea ideológica, gozan de las simpatías y de la afinidad de un buen número de electores, porque sintonizan con unos principios básicos, que continúan vivos y latentes en el corazón de mucha gente.

A pesar de que les hubiera resultado más sencillo establecer unos puntos de confluencia con cualquier partido y actuar sirviéndose de sus estructuras, han renunciado a esta posibilidad en aras a mantener la independencia de su propio proyecto, lo que les otorga una credibilidad añadida y una capacidad suficiente como para liderar un movimiento no alineado, que les permita ir por libres, y defender, sin ningún tipo de sometimiento, las posiciones que consideren más convenientes, ya que no están contaminados ni por la ingenuidad del neófito, ni por los deseos de poder de la clase política.

Durarán lo que deban durar, y llegarán hasta donde deban llegar, pero lo suyo habrá supuesto un intento de regeneración política, una nota colorista, bucólica y dignificante en este paisaje de monótona aridez en el que se ha convertido el panorama político nacional. Habrá quien insinúe que con la proliferación de pequeños formaciones el bipartidismo corre un riesgo inmenso que pudiera desestabilizar la solidez del sistema, pero la pluralidad es necesaria y la regeneración es conveniente. La cuestión ahora es saber si contarán con el apoyo social suficiente que les permita consolidarse, y conocer las posibilidades que este proyecto tiene de poder hacerse extensible al resto del territorio, también el tipo de influencia colateral que puede provocar en el panorama político nacional de cara a las próximas generales.

*Profesor