TCtinco minutos después de aprobarse en el Congreso los Presupuestos Generales del Estado para 2011 --ahora pasan al telar parlamentario del Senado--, se vivió en la Cámara Baja el enésimo cruce dialéctico entre el presidente del Gobierno, el titular, y el líder del principal partido de oposición, el aspirante, que siguen a la greña en un asunto de Estado como es la crisis económica y lo que le cuelga.

Lo más dramático que cuelga de la crisis es el paro. Y a eso se dedicó el pleno monográfico del jueves pasado. La verdad es que nos dejó con la cabeza caliente y los pies fríos. Pero fue una ocasión más de denunciar el desencuentro de Zapatero y Rajoy y su incapacidad para acordar una remada conjunta para salir del agujero.

Una vez más ha tenido que aparecer el nacionalismo periférico como muleta parlamentaria del Gobierno de la Nación, a fin de evitar males mayores. O sea, para aportar estabilidad a una situación política marcada por la permanente apelación del PP, que es el pilar derecho del sistema, a una disolución anticipada de la legislatura como atajo a la Moncloa. Todo ello en base al discurso falaz de que un simple cambio de caras en el poder diríamos adiós a la crisis económica.

Pocas novedades y poco relevantes en el debate monográfico del jueves sobre el empleo. Todo sonó ya oído en la línea argumental de Rajoy, incluido el váyase, señor Zapatero, porque usted tiene la culpa de todo. Tampoco pudo sorprendernos el discurso de Zapatero, que replica con la no menos cansina invitación a Rajoy para que eche una meno y deje de aprovecharse de la crisis económica, que es internacional, para acortar su camino hacia la Moncloa.

Del discurso oficial, dos anotaciones. Una, el reconocimiento de que seguimos en el agujero: "Hay recuperación lenta pero incierta en su progresión", dijo Zapatero. O sea, que las cosas van un poquito mejor, sólo un poquito mejor (unas decimitas de crecimiento interanual), pero pueden volverse a poner muy mal en cualquier momento. La otra anotación se refiere a la hoja de ruta para lo que le queda de vida útil a la legislatura. Contenida en este anuncio del presidente del Gobierno: "El Consejo de Ministros del viernes, día 26, aprobará el Plan de Acción para los próximos 15 meses".

Curiosa tendencia del Gobierno a encuadernar sus intenciones a medio y largo plazo. Nos desorientan en el seguimiento del combate de los poderes públicos contra la crisis. Ya hemos perdido la cuenta de los planes que han salido del Consejo de Ministros. Así que no vale la pena ir más allá de recordar cuáles son las tres pautas de actuación para los próximos quince meses: austeridad, reformas y cohesión social. Una forma de empedrar el futuro de buenas intenciones.