La llegada de Zapatero a la Secretaría General del PSOE supuso un cambio generacional. Gente joven, de la cual no habíamos oído hablar nunca, algunos con currículos densos y meritorios, y, otros, con unos logros personales y profesionales tan escasos, que explicaban la causa por la que nunca hubiéramos oído hablar de ellos.

Rajoy , a su vez, llevó a cabo un semirrelevo generacional en el seno del PP, y escribo "semi" porque incorporó savia nueva al cuadro dirigente, como María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría , pero sin desechar elementos veteranos como Javier Arenas .

El relevo llevado a cabo en el PP por un veterano como Rajoy, ha salido bien. El relevo llevado a cabo por Zapatero no ha tenido éxito por la irresistible pérdida de carisma que representa el monumental fracaso en las elecciones autonómicas y municipales.

Escribo antes de conocer lo que va a suceder en el seno de la Ejecutiva del PSOE, pero lo importante no es lo que suceda o se diga que ha sucedido hoy, sino lo que acontecerá en las próximas semanas, y no va a ser otra cosa que los movimientos de preparación de un nuevo relevo, con o sin primarias, con o sin consentimiento, con o sin calendario.

En estos momentos, a Zapatero sólo le pueda empujar la gente de su propio partido, y habrá voces, como la de Patxi López , que a la vista de lo acontecido con Bildu, algo tendrá que decir, y, otras, como la de Fernández Vara , que, a pesar de haber sufrido un descalabro semejante al de Castilla La Mancha, al menos ha podido salvar algunos muebles. Y, luego, un alto porcentaje de socialdemócratas, que, de dientes hacia dentro, han censurado la deriva de Cataluña, la fragilidad intelectual de algunos cuadros, y esas improvisaciones sobre la marcha que impelieron la huida de Pedro Solbes, Jordi Sevilla y tantos otros. Los modos y las etapas no los va a marcar Zapatero.