Este periódico ha dado cuenta en las últimas semanas de los destrozos ocasionados por el pedrisco en la cosecha de cerezas. Según los agricultores ha habido pérdidas de cinco millones de euros y en algunas zonas la producción se ha visto dañada en un 95%. Las cooperativas, con la lógica preocupación, han remitido al consejero de Agricultura, José Luis Quintana, datos sobre su valoración de daños, con la esperanza de obtener algún tipo de compensación.

Cuando causas climáticas han dañado producciones agrícolas, el consejero Quintana, con buen criterio, ha recordado a los agricultores la necesidad de suscribir seguros, echando mano de un argumento incontestable: no es justo que la sociedad tenga que pagar de sus impuestos compensaciones por las pérdidas ocasionadas por el clima en sectores que, entre sus características, se encuentra la de depender buena parte del éxito o no de la producción de ese clima. Se impone, por tanto, garantizar la renta contratando seguros. El problema surge si Agroseguros, la compañía especialista en seguros agrarios, hace evaluaciones de daños que no se corresponden con los mismos u oferta pólizas con tanta ´letra pequeña´ que termina alimentando la desconfianza del agricultor. Eso es lo que le achacan los cereceros que está haciendo con la evaluación de los daños del último pedrisco. Este sí sería un problema serio, que la instancia a la que desde la administración se aconseja que vayan los agricultores para tener tranquilidad sobre sus rentas suscite el recelo del productor. Porque supondría que los agricultores quedarían a la intemperie. Y también los ciudadanos, cuyos representantes no podrían negarse a compensar del dinero de todos las pérdidas de algunos.