TBtien está que se nos hable un día sí y otro también, de "Centros de interpretación", como hallazgo lingüístico de la administración autonómica que se aplica con generosidad casi a cualquier cosa. Pero exportar más allá de Navalmoral esa semántica de la seducción, --que sugiere pero no enseña--, tiene sus riesgos.

En los remilgados madriles los mordaces chupatintas asaetean a nuestra recién enviada ministra por haber hablado de un tema tan peliagudo como la vivienda con bucles semánticos, lenguaje corriente en nuestra autonomía donde las cosas embarazosas se resuelven con tirabuzones lingüísticos y todos tan literarios. Allí no han entendido lo de las "soluciones habitacionales", porque el modismo latinoamericano surge al rebufo del evidente apellido Trujillo, la extremeñidad que le es propia y el hecho diferencial conquistador con aquellos países.

Desde que la pizarra de la escuela pasó a llamarse panel de información horizontal sabemos que el lenguaje hojarasca sólo vale para las memorias oficiales; está metodológicamente secuestrado, es ininteligible y alejado de la realidad y hace lo que hace toda retórica: esteriliza el conocimiento. Tanto los socorridos centros de interpretación como las soluciones habitacionales nos causan el mismo efecto: desorientación y desconcierto.

*Filólogo