Hace unos días, nuestra corresponsal Begoña Arce informaba sobre el éxito de una campaña en Facebook para aupar en el podio musical del Reino Unido un viejo tema de Simon & Garfunkel ; ya saben, Mrs. Robinson . La pieza formaba parte de la banda sonora de El graduado (1967), película cuyo argumento parece un calco del escándalo político-sexual que sacude a la puritana Irlanda del Norte: la señora Robinson, un ama de casa madura (Anne Bancroft ), seduce a un jovencito (Dustin Hoffman ). En los pubs de Belfast no se habla de otra cosa. Del frío pelón y de que la primera dama se acostaba con el hijo del carnicero. Aparte de la coincidencia en el apellido, la letra parece expresamente escrita para Iris Robinson , devota feligresa de la Iglesia presbiteriana, quien calificó la homosexualidad de "abominación" y criticó a Hillary Clinton por tragar con los cuernos. "Jesús te ama más de lo que imaginas", "el cielo tiene un lugar para los que rezan", cantaban aquellos. En otro pasaje, se aconseja a la señora Robinson que oculte "algo" en la despensa, un objeto misterioso que ha dado lugar a diversas interpretaciones: unos creen que Simon & Garfunkel se referían a la relación adúltera; otros, que se trataba de las píldoras anticonceptivas, símbolo de la liberación sexual femenina en los años 60, y hay incluso quien defiende que la protagonista de la canción, asfixiada en un matrimonio sin amor, escondía el Valium en la alacena y habría acabado ingresada en una clínica. La letra, desde luego, abogaría por esta versión. Dice: "Queremos ayudarla a que aprenda a ayudarse a sí misma"; "mire a su alrededor, todo son miradas comprensivas". El affaire se prestaría a la sátira política hasta la saciedad de no ser porque Iris está siendo sometida a un severo tratamiento psiquiátrico y porque su desliz, más con los dineros que en la cama, hace que el siempre inestable Gobierno del Ulster se tambalee. Los sectarismos asustan porque fulminan los matices. O eres santo o eres oveja descarriada. El que se enroca en fundamentalismos, sean del signo que sean, suele tener bastante que barrer en el rellano de casa.