Es muy posible que el mundo estalle cinco minutos después de que un técnico afirme con seguridad "Eso es imposible". Tejemos el futuro con sueños de soberbia que se desgarran con unas simples inundaciones. Menos mal que un ayatolá ha descubierto que el incremento de los terremotos se debe a que las mujeres no se visten con la ropa islámica, lo cual provoca a los pobrecitos hombres que se ven impelidos a practicar sexo ilícito, y, como sabe muy bien el imán de Teherán del pasado viernes, a más sexo ilícito más terremotos y más catástrofes. Creíamos que nos jodían los banqueros y los gobiernos y resulta que somos nosotros los que nos estamos cargando el planeta por practicar el sexo ilícito, con lo que cabe suponer que en Islandia no deben de dormir mucho, a ver si paran y despegan de una vez los aviones.

Nos favorece algo que los gobiernos estén todos muy preocupados por las encuestas de aceptación, los sondeos y las próximas elecciones, por muy lejos que estén, y digo que nos favorece porque a la vista de cómo se ha manejado la crisis económica casi es mejor que esperen cerca de una semana según el método cazurro de a ver si escampa .

En esta España en la que vivimos comienza a notarse que algunos inversores sacan el dinero, decisión que comienza ya a ser imitada por determinados aborigenes. Los que tienen dinero se ve que no tienen mucha confianza en el futuro, aspecto que tampoco es de extrañar porque aquí los únicos que tienen confianza en el futuro son Zapatero que piensa ser reelegido, y Rajoy que está seguro de reemplazarlo.

Mientras llegan días tan señalados, las instituciones están de pic-nic, como si las cenizas de la nube económica no existieran, sentadas imperturbables encima de un volcán.