Escritora

A causa de la falta de regulación sobre parejas de hecho en algunas autonomías, pueden darse casos sangrantes como el sucedido en Madrid. Después de larga convivencia, el hombre se niega a compartir sus propiedades. No es plan. Menos mal que el Supremo ha puesto las cosas en su justa medida enmendando una sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid.

Se es una pareja o no se es, que de los papeles ya sólo hacen caso los pobres inmigrantes. A partir de ahora quien quiera ir de mezquino tendrá que enseñar las cartas y exigir un contrato de preconvivencia igualito que el de las estrellas de Hollywood. Es posible que eso se acepte como legal, pero muy romántico no parece. Todo un aviso para los navegantes del amor.