La Conferencia Episcopal Española (CEE) aborda la próxima semana, en una reunión que se celebrará el martes, la renovación de sus cargos directivos coincidiendo con la plena controversia sobre el papel que le corresponde a la Iglesia católica en un sociedad democrática, laica y plural que hace tiempo dejó de tenerla en exclusiva como guía moral.

Los datos referidos al descenso de la asistencia en los seminarios, la disminución de matrimonios eclesiásticos y de bautizos, expresión pública del acervo confesional, y el ascenso en paralelo de los matrimonios civiles, los divorcios y los abortos, contrarios al magisterio de Roma, traducen un cambio de costumbres al que los obispos no logran adaptarse.

Antes bien, la última legislatura ha estado pespunteada por los prontos de la jerarquía católica, empeñada en imponer su agenda a un Gobierno de perfil nítidamente no confesional.

Los meses que han precedido a la próxima reunión de los obispos españoles para elegir al presidente de la CEE han ahondado las diferencias entre un sector no pequeño de la comunidad católica activa y aquella otra parte de la sociedad, muy importante, que, aun siendo de tradición católica, hace tiempo que dejó de ceñir su vida a las indicaciones de los prelados. Y, al mismo tiempo, ha aumentado la desconfianza hacia las autoridades eclesiásticas españolas que, sin demasiados miramientos, han constituido un frente antigubernamental con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, la reforma del divorcio, los matrimonios homosexuales y otros cambios legislativos, convertidos en instrumento para desgastar cada día al Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero desde el púlpito y desde los micrófonos de la cadena COPE.

Nada de esto, sin embargo, parecía afectar a la jerarquía católica, y el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y principal exponente de la línea dura dentro de la Iglesia española, aparecía en todas las quinielas como favorito para desbancar a Ricardo Blázquez y recuperar la presidencia de la Conferencia Episcopal Española.

Pero otras quinielas, las de las elecciones generales del 9 de marzo, pueden truncar esos planes: ante la coincidencia en los sondeos de que José Luis Rodríguez Zapatero tiene muchas opciones de repetir mandato al frente de la Moncloa, el Vaticano ha hecho saber a los obispos españoles que tal vez sea el momento de mejorar sus relaciones con el Gobierno socialista. El sentido práctico, pues, llama a sacrificar la querencia por la confrontación del cardenal Antonio María Rouco Varela en favor de la capacidad de conciliación representada en la figura de Ricardo Blázquez. Habrá que ver si la jerarquía católica española está dispuesta a ello y si es capaz de hacer que la tolerancia y el diálogo lleguen a su mensaje. No solo están en juego sus relaciones con el gobierno español: está también en juego su supervivencia.