TLta alcaldesa Ada Colau ha ordenado al Ejército formar fuera de Barcelona. "Por separar espacios", ha dicho. Y el Ejército, que no está a sus órdenes, se ha limitado a comentar que es solo una grosería, y punto. O punto y aparte.

En España se supo que había llegado la democracia el día en que el Ejército se cuadró ante Felipe González , un socialista que aquella mañana se parapetaba del brillo de las condecoraciones y los claros clarines con un sobrio abrigo negro. Desde entonces, los militares se dirigen a las autoridades civiles sin marcialidad, saludando cortésmente, como intentaron el otro día dos mandos con la alcaldesa Colau. Es decir, sin taconazo. Lástima que la alcaldesa, por su juventud, no tenga el recuerdo y, también por juventud, crea que Ejército y democracia son incompatibles. Solo así se explica, sin explicación, no solo que les negara el saludo sino que les dijera que no eran bienvenidos al Salón de la Enseñanza, como si se tratara del salón de su casa.

Más allá de mala educación, lo peor del comportamiento de la alcaldesa Colau es su justificación. ¿Por separar espacios? En democracia, y esto debería saberlo la primera autoridad civil de Barcelona, no hay más espacio que el espacio público, que es de todos por ser de nadie, o al revés. Y el Ejército, que forma parte del ordenamiento constitucional, no es que sea democrático, como se dice para disculparle su pasado, sino que es parte de la democracia y comparte ese espacio público en pie de igualdad con cualquier otra institución. Con el Ayuntamiento de Barcelona, un suponer.

Pero la falta de respeto con las instituciones no es novedad en el caso de la alcaldesa Colau, como prueba su declaración institucional nada más tomar posesión del cargo: "Desobedeceré las leyes que considere injustas". ¿Por separar espacios, también? De aquel primer disparate, el resto. Ahora ha sido el Ejército, mañana será la Banca, y así sucesivamente. No son bienvenidos al salón de su política.

Es lo que tiene conocer de oídas a Montesquieu : que se confunde la separación de poderes con la separación de espacios, y punto. O punto y final.