Llegamos al hotel, ponemos TVE Internacional y nos estalla en la cara que PSOE y ERC han llegado al acuerdo que tanto escandaliza a Vox, PP y Ciudadanos como a JxCat. ¿Los extremos se tocan? Mientras muchos gritaban Sit and talk --¿por qué en inglés?--, media docena de irreconciliables de ambas ciudades ya estaban sentaditos y hablando, dispuestos a coronar la primera fase del milagro, es decir, del sentido común.

Enterarse de una cosa así en Bruselas tiene el valor añadido de estar a pocos minutos de la Casa de la República de Waterloo en el justo momento que los republicanos de verdad, pactando con el muy constitucional PSOE, aceptan --o acatan-- trabajar al servicio de Su Majestad, como lo harán en breve Carles Puigdemont y Toni Comín a cuatro pasos de nuestro hotel.

Si los negociadores han llegado a un acuerdo es simplemente por el estado de pánico del PSOE ante el tremendo bochorno de convocar unas terceras elecciones que podrían llevar a sus votantes, ante tan tenaz ineficacia, a decantarse por la cara oculta de la luna. Y es una lástima que unos y otros se hayan sentado a hablar con la boca pequeña, casi muda; sería estupendo que del mismo modo que los escarmentados Sánchez e Iglesias hablan de un futuro conjunto con el beneplácito del espabiladísimo Partido Nacionalista Vasco, también Junqueras y Rufián --¡sí, el de las 155 monedas!-- apostasen, contra todo pronóstico y muy en serio --son profesionales, ¿no?-- por ser la cuarta carta del póker. Y que el roce cree el goce. Tiempo al tiempo.

Una vez instalados en el campo base, queda casi todo por hacer, sobre todo hilar muy fino, de manera que la sociedad, viendo el sensato gobierno de a diario, no se vea atraída por la exaltación de himnos y banderas. Que las clases humildes españolas voten al PP es tan antinatural como que sus homólogos catalanes se deshagan en amores por JxCat, ex CiU de los recortes sociales más bestias que se han visto por estos pagos.

Tal vez PSOE, Podemos y ERC tengan que recurrir a los muy acreditados servicios del Mago Pop para hallar las malditas preguntas que la recién acordada mesa de negociación brindará a los catalanes: la séptima cara del dado.

*Escritor.